Siempre he pensado que el bagaje emocional que uno va acumulando a lo largo de tiempo es la mejor forma de sabiduría.

Todas esas vivencia, traducidas en emociones, que van quedando acumuladas en esa mochila que llevamos, a veces ligera y llena de positivismo, otras más pesada y con elementos no tan buenos.

Pero eso es lo que nos va a permitir ser capaces de enfrentar cualquier situación que se nos presente, manejar relaciones de diferentes tipos y hacerlo con esa sabiduría que solo llega cuando has experimentado las cosas.

Esa alegría tan profunda que sientes que ríes por dentro o esta tristeza tan grande que piensas que no vas a poder continuar. Pero lo haces, un poco más sabio en todos los sentidos.

Y es más maravilloso cuando logras de alguna manera transmitirlo a quien viene un poco detrás de ti, dejando que viva sus propias experiencias pero pudiendo decir eso de, yo ya lo viví, y dar algún que otro consejo.

Y otra cosa especial es que esa mochila sigue llenándose cada día, y lo que una vez fue importante seguirá ahí, pero al llegar algo nuevo todo se verá de una manera diferente y lo que un día te paralizaba, hoy pasa a ser ese aprendizaje que te hizo más fuerte.

Creo firmemente en vivir todo con intensidad, eso permite que ese bagaje se enriquezca de manera continua y esa sabiduría de la que hablaba al principio sea cada día un poquito más sabia.

Y aquí pensarás que es cuestión de edad, pero no solo es eso, también es ser capaz de permitirte sentir todo, de dejar que llegue esa emoción que siempre va a tener un efecto en ti y va a nutrir lo que eres y lo que llegarás a ser.
Así que a sentir profundamente.