Esclavitud, mestizaje y religión: manual para entender el tema racial dominicano (tercera parte)
El dominicano, por su naturaleza cultural hispánica y por su mezcla multirracial, rechaza, o desconoce (quizás por ingenuidad), en su totalidad, la visión racial-cultural (antagónica) estadounidense, heredada del “supuesto” pueblo elegido: los ingleses puritanos. Y, por ende, esta es muy diferente a la visión racial-cultural hispana católica.
La nación anglosajona estaba matizada en dos polos segregados: negros y blancos. Los mulatos, los mestizos y otras mezclas raciales eran vistos como una aberración: prácticamente, no eran reconocidos en esa sociedad. En tal sentido, eran pocos los casos de mulatos en los Estados Unidos, comparados con los que había en Santo Domingo. Los mulatos eran definidos por los anglosajones como personas de color, o solo negros (aunque su piel fuera de tez más clara que la de una persona netamente negra, estaban encasillados en el mismo renglón). Todo esto era para preservar la raza blanca y su “pureza”.
En la época actual, tenemos un caso emblemático de mezcla racial: el expresidente de los Estados Unidos, Barack Obama (2009-2017). Su madre, Ann Dunham, era una mujer caucásica estadounidense (blanca), y su padre, Barack Obama Sr., era una persona negra nativa de Kenia, del África oriental. Luego de algunos rumores de que el expresidente Obama no había nacido en territorio estadounidense, la Casa Blanca, en el 2011, durante la administración Obama, reveló su certificado o acta de nacimiento, donde se estipula que la raza del padre es africana (african), y que la de la madre es caucásica (caucasian).
Si nos basamos en estos parámetros, entonces, dicha combinación es, obviamente, una mixtura de razas, y ello está más que claro, pues no puede ser Obama solo negro, como se le atribuye o se lo define en el país norteamericano: “el primer presidente afroamericano”. Sería más apropiado llamarlo “el primer presidente mulato o mezclado de Estados Unidos”, y no obviar tajantemente que también tiene ascendencia caucásica (blanca). Si el expresidente hubiera nacido en Santo Domingo, habría sido considerado claramente como un mulato; sería uno más de los miles (o millones) que nacieron, y siguen naciendo, en la parte oriental de Isla Española desde el siglo xvi hasta nuestros días.
En tal sentido, no todos los afroamericanos (ciudadanos estadounidenses descendientes de los esclavos llevados, además de adoctrinados, por los ingleses a las trece colonias de Norteamérica) que viven en Estados Unidos entienden la dinámica del pensamiento racial hispánico que se acaba de explicar. Es por esta razón por la que hay mucha confusión con los inmigrantes hispanoamericanos caribeños de piel morena (mulatos mezclados durante siglos) que se han ido a vivir al citado país norteamericano: aunque estos sean de tez morena, tienen rasgos distintivos que en algunos casos se pueden confundir con los afroamericanos estadounidenses. Pero, en su composición racial-genética, no son los mismos. Particularmente, los dominicanos de tez morena no pueden definirse solo como negros, como afirman algunos (según la visión racial anglosajona, sí lo son pero, según la visión hispana, son mezclados), sino que su propia historia y sus estudios genéticos confirman (como ya se había dicho en escritos anteriores) que en la composición genética dominicana predominan africanos, europeos y, en menor medida, nativos americanos). En pocas palabras, los dominicanos no son genéticamente puros de ninguna raza: ni negros, ni blancos, ni taínos, sino que son un cóctel de todo lo anterior, de lo cual nació una nueva identidad racial y cultural.
En Santo Domingo no hubo casos de segregación entre negros y blancos desde finales del siglo xviii (casi todos estaban mezclados), mientras que en Estados Unidos sí los hubo hasta hace tan solo unas décadas atrás (recordemos la lucha de Martin Luther King por los derechos civiles a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado). Por otra parte, la génesis del debate racial estadounidense está implícitamente plasmada en la declaración de su independencia de 1776, la cual estipulaba “que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Estos derechos eran exclusivamente para los blancos, ya que la esclavitud de los negros recién fue abolida casi un siglo después por el presidente Abraham Lincoln, con su Proclamación de Emancipación del 1 de enero de 1863, la cual estipulaba “que todas las personas [negros o mulatos] detenidas como esclavos [dentro de los estados rebeldes del sur de los Estados Unidos] son y, en adelante, serán libres”. Esto era una estrategia militar para desestabilizar el sur de los Estados Unidos, el cual estaba muy a favor de la esclavitud durante la guerra civil estadounidense.
La diferencia en la visión y trato racial de la nación dominicana respecto de la estadounidense fue testimoniada indirectamente por el famoso beisbolista de los Dodgers de Brooklyn, el afroamericano Jackie Robinson (1919-1972), quien visitó la República Dominicana junto con su equipo de béisbol para unos juegos de exhibición en el 1948. Es de considerar que, un año antes (1947), Robinson había sido el primer jugador afroamericano en participar en el Béisbol de las Grandes Ligas (MLB, por sus siglas en inglés).
En tal sentido, por lo que Jackie Robinson representaba (un hombre negro) en una liga deportiva donde solo participaban personas blancas, esto le provocó mucha discriminación, directa e indirectamente. Fue en el mencionado viaje a Ciudad Trujillo en 1948 (hoy Santo Domingo, en la República Dominicana) cuando, al hospedarse en el lujoso Hotel Jaragua, según afirma el afamado cronista deportivo Bienvenido Rojas, “Robinson disfrutó por vez primera como un hombre libre en Ciudad Trujillo, y fue en el hotel Jaragua (en 1948) donde se bañó por primera vez en una piscina junto a los blancos”. Su recibimiento por parte del pueblo dominicano fue emotivo, según Arnold Rampersad, quien escribió una biografía de Robinson. En este mismo libro se reproducen las palabras de la primera impresión que se llevó Jackie Robinson al interactuar con los dominicanos cuando los describió al decir que son “conscientes de su color y de las cosas que tienen en común con la gente de color de América [Estados Unidos]”. ¿Sería que la visión racial dominicana era más tolerante que la estadounidense?
Continuará…
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