Las dudas que ha expresado en las últimas horas Albert Pujols sobre si se retira o no de Grandes Ligas esta temporada, es una muestra de lo difícil que resulta decir adiós a los atletas que han alcanzado lo máximo en sus respectivas disciplinas.

Quizá entienda que podría alcanzar en 2021 estadísticas para acercarse a las metas que se ha trazado, pero también debe tener muy en cuenta que una actuación no acorde con su estatus sería la señal más convincente de que no puede tomar el riesgo de ser la burla de los demás, después de haber logrado el respeto de todos.

Cada vez que un lanzador promedio o mediocre saca out con facilidad a Pujols, se convierte en el hazmerreir, situación a la que jamás debe exponerse.

Pero como cada cabeza es un mundo, su retiro o continuidad en las Grandes Ligas depende de él y de la organización que decida darle contrato, porque dudo que su actual equipo, los Angelinos, esté dispuesto a retenerlo si no realiza una labor aceptable o buena esta campaña.

Guardo mucho respeto por la labor que ha efectuado Pujols dentro y fuera del terreno de juego, pero la indecisión sobre su retiro podría afectarlo por siempre, porque, insisto, grandes figuras en esa y otras disciplinas, han terminado como verdaderos “payasos”, haciendo el ridículo al no tener ya capacidad para ejecutar un trabajo mínimamente aceptable.

Ojalá que a este excelente atleta no se le haya pegado el síndrome de la mayoría de los políticos dominicanos, que conscientes de que no sacan “’una gata a orinar” y aún ‘’chochando’’, se mantienen ‘’fuñendo’’ y dando “carpeta’’.