Para Avon, incluso caminar es una actividad difícil. Con cada paso que da, dice, no puede evitar sentir dolores o molestias en el pene.
La causa de este dolor físico, que además le ha provocado un profundo trauma psicológico, se remonta a su nacimiento.
Este joven británico fue circuncidado poco después de su nacimiento por motivos religiosos.
Alentado quizás por los movimientos de los últimos años que abogan por la aceptación de nuestro cuerpo y con una inmensa rabia por lo que considera una vejación, Avon decidió hablar públicamente sobre el daño que le ha causado este procedimiento.
La intervención, que se hace tanto por motivos médicos como religiosos, consiste en la extirpación quirúrgica de la piel que recubre la punta del pene.
Está muy extendida en varios países, como Estados Unidos, donde más del 75% de los hombres está circuncidado.
Allá se hace de forma rutinaria, para evitar la transmisión de enfermedades y por considerarse algo «higiénico».
Pero son cada vez más los hombres que, como Avon, repudian la práctica.
No solo quieren acabar con esta costumbre que, según argumentan, viola sus derechos, muchos también desean revertir el procedimiento.
¿Pero es posible?
¿Puede reconstruirse el prepucio y hacer que el pene se vea como antes de la operación?
BBC Mundo le planteó esta pregunta a dos expertos.
Método quirúrgico
La respuesta del urólogo Sudhanshu Chitale, quien trabaja en el sector médico público y privado en Reino Unido, y que cuenta con más de 20 años de experiencia, es categórica.
«En principio, una reversión quirúrgica es imposible. Por razones prácticas, lo que se ha quitado no puede ser reemplazado», le dice a BBC Mundo.
Cuando a causa de un accidente se pierde, por ejemplo, la piel en un brazo, esta puede reemplazarse en ocasiones con un parche de piel tomado de otra parte del cuerpo.
Pero en el caso de una circuncisión no es igual, «porque el prepucio es algo muy especial«.
«Un parche de piel no es algo que se pueda añadir fácilmente, porque no tiene su propio suministro de sangre. Por eso solo se pone sobre un área en carne viva», señala el especialista.
Además, «solo puede hacerse con piel estacionaria, no en piel como la del prepucio, que se mueve hacia atrás y hacia adelante».
Otra razón que hace que resulte imposible, argumenta Chitale, es que el prepucio tiene dos capas (una externa y una interna) y eso es muy complejo de recrear.
Según le explica a BBC Mundo Trevor Dorkin, miembro de la Asociación Británica de Cirujanos Urólogos que ha llevado a cabo más de 1.000 circuncisiones, no se trata de una cirugía rutinaria —y es una que él nunca ha hecho—, pero hay «cirujanos plásticos y urológicos que han descrito técnicas para hacerla».
«Obviamente lo que no puedes hacer es crear un tejido que ya no está ahí. Tienes que ser un poco imaginativo y usar la piel disponible«, explica.
«Se puede hacer una operación en la que, de alguna manera, mueves hacia adelante la piel del pene para crear un nuevo prepucio. Aunque, al hacerlo, estás creando un nuevo defecto».
No obstante, aclara, «estas no son operaciones fáciles y acarrean riesgo de complicaciones en términos de resultados cosméticos, y los índices de satisfacción no son tan altos como uno desearía».
Dorkin quiere dejar claro, además, que ninguna operación puede volver a dejar las cosas como estaban antes.
«No se puede, porque cualquier operación genera una cicatriz. Por ello, un hombre circuncidado nunca se verá como uno que no lo ha sido».
Dispositivos para estirar la piel
Si haces una búsqueda rápida en internet sobre los métodos no quirúrgicos para recuperar el prepucio, te encontrarás con una gran oferta de dispositivos que prometen mejorar el problema.
Estos aparatos consisten básicamente en una suerte de pesa que cuelga de la piel que queda del pene.
Su objetivo es estirarla para que, en algún momento, llegue a cubrir el glande.
En el caso de una circuncisión cultural o ritual, en la que el prepucio se elimina del pene de los niños en un 100%, estos dispositivos no tienen ningún sentido.
«No queda nada del prepucio. Lo que queda es la piel del pene que nunca se mueve hacia atrás o hacia adelante. Por eso no hay forma de que puedas estirar esa piel sobre la cabeza del pene para convertirla en un prepucio», afirma Chitale.
En cambio, cuando se trata de una circuncisión por razones médicas en un adulto, y «tenemos la flexibilidad de eliminar solo la parte enferma del prepucio, en estos casos en los que la circuncisión es parcial, el dispositivo puede tener algún uso para estirar la piel restante del prepucio», explica.
Sin embargo, aclara, «todos estos dispositivos no cuentan con ninguna licencia y no están hechos en base a evidencia científica. Por eso, nunca les damos nuestro aval».
También, agrega, pueden causar lesiones en el pene y un trauma innecesario.
Dorkin, por su parte, reconoce que, en todos los campos de la medicina, «se reconoce que la expansión de tejido es posible».
«A veces los cirujanos plásticos colocan dispositivos para expandir los tejidos y, por la razón que sea, crear más piel. Por ello, en principio, no es absurdo (pensar en que pueden servir)», dice el cirujano.
La circuncisión en el mundo
Pero aunque resulte lógico, Dorkin, al igual que Chitale, argumenta que no hay evidencia científica sobre la efectividad de este tratamiento y hace hincapié en la dedicación que requiere por parte del paciente.
«Estamos hablando de una inversión enorme de tiempo, porque esto no es algo que puedas usar durante 20 minutos una vez a la semana», apunta.
«Es algo que tienes que usar casi todos los días por muchas horas, probablemente durante todo el tiempo que estés despierto, y solo quitártelo una vez que te vas a dormir», prosigue.
«Es algo, además, que tendrás que usar por meses, sino años».
Terapia
Ambos especialistas coinciden en que lo que está hecho ya no permite dar marcha atrás.
«Creo que antes de embarcarte en cualquier clase de tratamiento, lo primero es consultar con un psicólogo clínico«, dice Dorkin.
«Muchas de las veces lo que pesa es la sensación de haber sido abusado. Y no es una cuestión de revertir lo que se les ha hecho, sino de aprender a desarrollar estrategias para lidiar con ello y aceptar la situación», agrega.
«Es cuestión de ajustarse a los cambios que ocurrieron sin tu permiso y mirar hacia adelante y no hacia atrás», dice el urólogo.
Para Chitale, la terapia también es lo más recomendable en estos casos.
«Si tienes un complejo por lo que has perdido, la solución no es quirúrgica. Consultar a un terapeuta puede ayudarte a superar el estigma por no tener prepucio».
Tomado de BBC Mundo