Santo Domingo.– Los moradores de sectores populosos del Gran Santo Domingo que fueron afectados por las lluvias del huracán Melissa comienzan a retomar sus rutinas con esfuerzo, fe y esperanza.
Entre paredes húmedas, calles aún enlodadas y la incertidumbre de nuevas lluvias, cada residente tiene una historia que refleja la lucha por volver a la normalidad.
Como es el caso de Josefina Morena, de 54 años, residente en Cristo Rey, quien trabaja cuidando niños, describe cómo intenta recuperar la tranquilidad en su hogar tras las intensas lluvias por este fenómeno atmosférico.
“Esperar que el sol salga para que sequen las paredes de la casa, porque la humedad no está acabando. Desde el lunes de la semana pasada no recibía niños, pero hoy volvieron, hoy están en la escuela. Ahorita salen y yo voy y los recojo, me quedo con ellos en la tarde”, dijo.
Con respecto a lo que espera de los próximos días, añadió que “hay agua anunciada, tenemos que esperar a ver qué quiera papá Dios, que llegue y que todo salga con bien, pero queremos que todo fluya bien” comentó esperanzada a EL DÍA.
Ernesto Sánchez, de 60 años, quien también vive en Cristo Rey y se gana la vida limpiando patios y recogiendo basura en Arroyo Hondo, explicó su situación tras volver a la normalidad después de una semana bajo las lluvias intensas.
“La cosa está mejor, porque ya desapareció la tormenta y está entre Haití y Jamaica. Siento que hay más normalidad. Yo limpio patio en Arroyo Hondo, recojo basura, trabajo ganándome la vida, así le echo ganas día a día para ganarme mi comida”, explicó sentado en un parque de la localidad.
La solidaridad en tiempos de tormenta
Señaló que durante la tormenta sobrevivió debido a la solidaridad de otros, ya que no tenía trabajo que hacer porque las lluvias se lo impedían.
“Aparecía gente en carro rico, uno me daba 500 pesos, uno me daba 1,000, y así sobrevivía. Hallaba ropa en los almacenes y la vendía. Me puse a buscarme algo por ahí”, apuntó.
Cargado de optimismo, expresó que retorné a vender prendas que consigue y a limpiar patio. “Veo más normalidad que antes. Esta semana hay muchas expectativas buenas, porque ya no podía salir con el agua. Pero veo que hay más normalidad, y es para conseguir más dinerito”.
Alexandra Núñez, de 57 años, quien trabaja limpiando casas y vive en el sector, cuenta cómo vuelve a su rutina.
“Poco a poco el diario vivir, porque yo vivo por allí atrás, entonces como está la guaya calmada, gracias a Dios estamos tranquilos. Yo trabajo de limpieza en una compañía”, resaltó.

Sobre su situación laboral, explica que estaba paralizada porque no trabajo lunes, miércoles y viernes. Entonces nada más labore el miércoles; el viernes no fui por el agua. El sábado y domingo también estaba todo parado.”
Destacó que ahora retoma sus labores con esperanza ya que los trabajos comienzan aparecer a pesar de que se han pronosticados más lluvias.
Para Ángel Espinoza, de 54 años, quien es contratista en el área de construcción y residente en Villa Agrícolas, la situación fue idéntica en todos los casos anteriores ya que el trabajar se dificultó por las lluvias.
“Estamos tratando, pero el clima no está colaborando. Sigue lloviendo. Nosotros los contratistas trabajamos por factura. Si no se hace trabajo, no se cobra, por lo que se quiere que todo vaya bien para uno poder sobrevivir”, acotó.
Explicó que durante la emergencia, se vio obligado a detener sus labores: “La semana pasada no trabajé. Me guardé en mi casa. Hoy tengo que activarme otra vez en la calle, porque hay que retomar los labores”.
Isidro Reynoso, mecánico de 57 años, de Cristo Rey, comenta que la rutina comienza a estabilizarse después de una semana con fuerte lluvias por el huracán Melissa.
"Hoy es lunes, entonces hay que estar empezando el conteo y asimilando la situación. Con el agua nada más ganan los agricultores, yo con agua no produzco nada. Pero estamos esperanzados”.
Pese a este ambiente, Reynoso mantiene la esperanza: “Los pronósticos son buenos. Ya ahí viene el 30, que se va a ver un poquito el movimiento. Estamos esperanzados en eso, que haya fluido de dinero, por lo menos para uno poder desenvolverse”
José Aníbal Corporán, pintor en Villas Agrícolas, también sintió el impacto del fenómeno natural: “Prácticamente volvimos para atrás. Yo me asusté ahora mismo porque pensaba que la tormenta tenía reversa, que se devolvió”.
Su trabajo también se vio afectado por el mal tiempo ya que cuando llueve, según explicó, no se puede pintar.
“Imagínese, cuando está nublado o llueve, no se puede pintar. Hay que orar, a ver si Dios hace el favorcito. Es un proceso que hay que aguantar, pero conforme a la voluntad de Dios. Prácticamente es un país bendecido”, resaltó Corporán.
La economía informal, la más golpeada por Melissa
Los testimonios reflejan una realidad común: la economía informal fue una de las más golpeadas por el paso del huracán Melissa.
Trabajadores que viven "del día a día", como limpiadores, vendedores y contratistas, se vieron forzados a detener sus labores durante la tormenta, sin ingresos ni seguridad social.
A pesar de ello, todos coinciden en algo, la necesidad de volver a trabajar y mantener la esperanza.

El impacto del huracán Melissa y el retorno a la normalidad
Después de varios días de emergencia, el presidente Luis Abinader anunció que el país empezará a retornar a la normalidad hoy en los sectores educativo y laboral, con excepción de las provincias bajo alerta roja como Barahona, Pedernales, Independencia y Bahoruco.
El mandatario indicó que se brindará asistencia a los trabajadores informales que vieron interrumpidas sus actividades durante los días de emergencia.
Asimismo, el Ministerio de informó que las clases se reanudarán hoy en las provincias en alerta verde y amarilla.
En un comunicado, el ministerio explicó que los equipos técnicos distritales se mantienen en comunicación constante con las autoridades locales, remitiendo reportes actualizados sobre el estado de los planteles educativos. Estas acciones forman parte de los protocolos de prevención y seguimiento establecidos por la institución para garantizar un entorno seguro en los centros educativos.
Con el retorno de las clases, el resurgir de los negocios y el alivio de las lluvias, los barrios más vulnerables intentan reconstruir no solo sus hogares, sino también su cotidianidad.