Entre el virus y el clerén

Entre el virus y el clerén

Entre el virus y el clerén

Celedonio Jiménez

Entre el virus y el clerén la República Dominicana llevaba el fin de semana pasado, algo más de 459 fallecidos. De ese total, unos 136 fueron ocasionados por el consumo de clerén, una bebida alcohólica de fabricación rústica y clandestina.

Estos 136 fallecidos son una cantidad cercana a la tercera parte del total de las víctimas mortales. No cabe duda de que el covid-19, es una bestiecilla funesta con una celeridad de propagación extraordinaria, pero en el caso del país, si nos comparamos con lo ocurrido en países de Europa y los Estados Unidos, se puede decir que, hasta ahora, los efectos no han sido igual de dolorosos, máxime si tomamos en cuenta las conductas de desacato, de una cantidad significativa de personas, a los insistentes llamados al distanciamiento físico.

Esta situación sugiere estudiar e interpretar la naturaleza de este virus.
En el devenir de los acontecimientos nacionales en torno al covid-19, hemos visto sucederse una serie de hechos y de conductasque hablan claramente de perturbaciones en parte de nuestro conglomerado social, así como en relación a nuestro proceso institucional.

En todo el trayecto hemos observado actos de desoír al toque de queda; hechos de concentración humana los fines de semana (como los de la Avenida España), en paseos próximos a negocios de bebidas y comestibles; comportamientos de individuos que salen en horarios restringidos en vehículos con bebidas alcohólicas; de personas que salen desnudos en su “pasola”, como el caso del joven de Azua.

Pero lo que a nuestro entender rebosa la copa son la producción y consumo de clerén en la cuarentena, y la marcha-concentración “del peregrino” en Puerto Plata.

Ambos hechos, arriba señalados, tienen elementos comunes, como la falta de educación, el miedo, la indolencia, el sentimiento de estrés y el deseo de escape. Empero, otros factores también son determinantes.

Detrás de ellos también se encuentran los problemas de falta de credibilidad en las instituciones y en personas, ausencia de credibilidad que está ligada a los procesos de desinstitucionalización que padecemos.

Para muchos somos una sociedad impotente, en que las autoridades “no resuelven nada”, de ahí la recurrencia “al peregrino” y al clerén.

Estos factores son parte de los elementos que explican que en Puerto Plata y en muchas otras localidades del país grupos poblacionales se lancen a actuar tan olímpicamente fuera de la ley y de lo que indica la razón, aun dentro de un estado de excepción.

En nuestra desinstitucionalización, nadie ahora acepta responsabilidad en lo de Puerto Plata, y todo parece impregnado del momento electoral.

¿Ni siquiera en esta hora crucial para la salud del pueblo dominicano cambiamos? Por Dios, pensemos en el ejemplar trabajo hecho por médicos, enfermeras, policías, personalde supermercados y farmacias, comunicadores y otros.



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