A los economistas se nos dificultad explicar algunos conceptos básicos, que son claves en la vida cotidiana de los ciudadanos.
La inflación, de un tiempo acá, se ha convertido en uno de esos conceptos de uso común entre la población.
Con la recuperación económica post Covid-19 y el conflicto bélico Rusia-Ucrania, la inflación al nivel mundial surge con fuerza. Los precios de los principales bienes de consumo son más costosos y la gente siente que su salario real se reduce, compran menos bienes y servicios en los centros de consumo masivo.
Para definir la inflación, primero debemos analizar el concepto de índices de precios al consumidor (IPC). Un IPC es una medida del precio promedio de una “canasta” básica de bienes y servicios. La forma en que se construye esta “canasta” de bienes y servicios (qué artículos se incluyen, cuántos de cada uno y sus precios) difiere según los estratos socioeconómicos.
Con la nueva Encuesta Nacional de Gasto e Ingresos de los Hogares (ENGIH) en 2018 realizada por el Banco Central, que sirvió de base para conformar el nuevo IPC, incorpora cambios en los patrones de consumo de los hogares dominicanos en los últimos diez años.
A partir de estos resultados, la canasta del IPC se compone de 364 bienes y servicios representativos del consumo de las familias dominicanas.
Dada esta explicación, la inflación mide el cambio en el índice de precios al consumidor (IPC) a lo largo del tiempo.
Este cambio se expresa como un cambio porcentual año tras año (por ejemplo, los precios porcentuales aumentaron en mayo de 2022 en relación con mayo de 2021).
Mientras que el IPC mide el nivel de precio, la inflación mide los cambios porcentuales en el IPC.
Esta distinción es importante, ya que la inflación puede ser constante, o incluso disminuir, mientras que el IPC o el nivel de precios se puede mantener elevado. Incluso, se puede dar el caso, si la inflación (ritmo de crecimiento de precios) disminuye a finales de este año 2022, el nivel de precios (IPC) se mantendría alto.