
Aunque la mayoría de las canciones se inspiran en las alegrías y los sinsabores de las relaciones sentimentales, el amor entre amigos puede ser igual de intenso y complicado. Muchas personas luchan por hacer y mantener amistades, y una ruptura con un amigo íntimo puede ser tan dolorosa como una ruptura con una pareja.
A pesar de estos peligros potenciales, los seres humanos siempre han valorado la amistad. Como escribió el filósofo Aristóteles en el siglo IV a.e.c.: "nadie elegiría vivir sin amigos", aunque en su lugar pudiera tener todas las demás cosas buenas.
Aristóteles es conocido sobre todo por su influencia en la ciencia, la política y la estética; es menos conocido por sus escritos sobre la amistad.
Soy estudiosa de la filosofía griega antigua, y cuando hablo de este tema con mis estudiantes se asombran de que un pensador griego del pasado pueda arrojar tanta luz sobre sus propias relaciones. Pero quizá no debería sorprender: la amistad existe desde que existen los seres humanos.
He aquí, pues, tres lecciones sobre el tema que Aristóteles aún puede enseñarnos.
1. La amistad es recíproca y reconocida
La primera lección procede de la definición que da Aristóteles de la amistad: buena voluntad recíproca y reconocida. A diferencia de la paternidad o la hermandad, la amistad sólo existe si es reconocida por ambas partes. Como dice Aristóteles:
"Conviene, pues, que el uno al otro se tengan buena voluntad y se deseen todo bien, y que esto lo entienda el uno del otro, y esto por alguna de las razones que están dichas".
Aristóteles ilustra este punto con un ejemplo temprano de una relación parasocial: un tipo de relación unilateral en la que alguien desarrolla sentimientos amistosos hacia, e incluso siente que conoce a, una figura pública.
