El primer ministro Enrico Letta se viene ganando la fama de dejar las decisiones para más adelante en Italia al postergar decisiones que en potencia, generan divisiones en materia de estímulo fiscal.
La estrategia se le vence el mes próximo cuando Letta se vea arrastrado en la vorágine del primero de dos momentos decisivos que habrá en la política impositiva. Lo que dé como resultado fijará rumbo a la recuperación de la recesión y le dará a los inversores una idea respecto de si el gobierno de coalición se creó con la intención de que perdure.
Letta, de 46 años, debe hallar un punto entre los recortes fiscales que exigen los aliados y el rigor presupuestario demandado, a fin de atender los pagos de una deuda por 2,7 billones de dólares.