El régimen de Trujillo comenzó en 1930 con el asesinato de una mujer embarazada, Altagracia Almánzar, esposa del poeta y munícipe distinguido Virgilio Martínez Reyna (también ejecutado); visionario antitrujillista de San José de las Matas (Santiago) que enfrentó al emergente dictador desde sus inicios.
Después siguió la muerte de muchos otros dominicanos, haitianos, españoles (as) hasta llegar al asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, el 25 de noviembre de 1960. Y continuó con la ejecución de otros dominicanos, incluyendo los que ajusticiaron al tirano, prisioneros de su hijo Ramfis Trujillo; siendo Joaquín Balaguer presidente de la República.
Los que evocan el antiguo desorden dominicano (que es el trujillismo), como lo hacen integrantes de un grupo que ataca cobardemente a mujeres indefensas, son continuadores de ese régimen (de los paleros de Balá, los miembros del SIM -servicio de “inteligencia” militar-, los “cocuyos” de la cordillera de Petán Trujillo y los miembros de la “banda colorá”, en los tiempos de Balaguer).
En el contexto dominicano, enfrentar la violencia contra la mujer es, en gran medida, enfrentar las prácticas represivas neotrujillistas.
Por ello es importante recordar esta fecha, 25 de noviembre de 1960, cuando esas valientes hermanas iban a visitar a sus maridos presos, precisamente porque también estaban en contra del dictador como lo hizo 30 años antes Martínez Reyna.
Y recordar también que esta fecha se proyectó internacionalmente, por resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como repudio a la violencia contra la mujer, gracias al trabajo tesonero de otras muchas mujeres dominicanas, opositoras al régimen neotrujillista de Balaguer; entre ellas Magaly Pineda, fundadora del Centro de Investigación para la Acción Femenina (CIPAF) .