En la campaña electoral algunos políticos y candidatos emplearon encuestas y sondeos de opinión pública más como instrumentos de propaganda que como herramientas sociológicas para conocer la realidad del sentimiento o intenciones electorales de los ciudadanos.

Ninguna de las encuestas publicadas con notorio sesgo a favor o en contra de algún candidato, tuvo a mi juicio alguna importancia para determinar el resultado.

Es así porque los estudios de opinión pública sirven, como tuiteó ayer mi colega Rafael Núñez, “para desentrañar realidades que a simple vista no se pueden auscultar”.

Ciertamente, cuando algún funcionario, político, empresario o mercenario hace costumbre de truquear o engañar, casi nunca logra su pretensión de influir a las masas.

Los políticos con hechas y sospechas, con cuentas que rendir en los tribunales, que creen que sus partidos son su escudo para defenderse, quizás intenten marear al público con encuestas sobre cuán mal anda el gobierno. Los procesos por corrupción pueden llevarse a cabo en el tribunal de la prensa y en la Justicia. Pero el público no es tonto….