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En tiempo de fiestas

El interés en las características económicas del año que ya despunta destaca en las conversaciones de sectores medios y altos de la sociedad que, ajenos a borracheras y teteos, saben muy bien que el porvenir no suele ser determinado con plegarias, pirotecnia ni declaraciones.

Muchos acontecimientos de esos que influyen en la vida y el destino de una o de muchas personas son aleatorios, como el hecho de estar o no en el lugar de lamentables sucesos que marcaron a 2025, entre ellos el desplome del techo de un centro de diversión en el que murieron 236 personas y cientos resultaron lesionados en los planos físico y síquico.

Otros, en cambio, pueden ser influidos si son asumidas algunas previsiones, tanto en asuntos personales, como de Estado.

La seguridad ciudadana, para poner un ejemplo, señalada con satisfacción desde el Ministerio de Interior y Policía como una muestra de políticas efectivas, por un registro con tendencia a la baja, puede ser apuntalada de año en año hasta el punto en que la población sienta el confort que hasta ahora sólo muestran las estadísticas.

Igual puede ser sostenida un año más la tensión en la persecución y captura del narcotráfico nacional e internacional, con tal de que además del propósito que lo ha hecho posible, sean puestos en ello voluntad y recursos.

O la persecución del tráfico ilícito de mercancías por la frontera.
En cuanto a la economía, un ámbito del que casi nadie puede hablar con certeza en ningún tiempo, y menos gente sobria que en un período festivo centra su atención en la marcha de una disciplina de la que depende todo lo demás. Tal vez lo conveniente sea, en este campo, hacer acopio de confianza, prudencia y fe.

Contrario a lo que muchos pueden creer, en materia económica influyen tanto los que gobiernan como los gobernados. A la hora del sufrimiento, desde luego, los últimos tienden a ser los más doloridos.

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