Hay que dudar siempre. Hay que preguntar siempre. Terencio.
Estoy convencido de que, así como le llegó su momento de gloria y reconocimiento –muy bien merecidos– a la deportista Marileidy Paulino, así ocurrirá con el escritor Carlos Reyes, una persona de la que bien puede decirse que posee una calidad intelectual excepcional y que, desde hace años, viene padeciendo la amargura y el abandono generalizado en playas extranjeras.
Como alguien nacido y amante de esta tierra he dado seguimiento a las declaraciones de la joven deportista, y debo decir que las mismas son sobrecogedoras.
No vamos a entrar en detalles de una trayectoria desbordada de sacrificios y abandono. La verdad es que son numerosos los casos, en todas partes, donde personas de méritos, esforzadas, brillantes, han debido sufrir el látigo y las humillaciones de un generalizado desdén que carece de los atributos para ver y escuchar. Y, en sobradas ocasiones, ni voluntad ni deseos para proceder.
Carlos Reyes se desempeñaba como bibliotecario en la provincia de Valverde, donde existe una extensión de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Lector incansable desde que era un niño, fue desarrollándose hasta alcanzar niveles de conocimiento excepcionales. Puedo atestiguarlo.
En algún momento, escritores e intelectuales que conocían su talento y capacidad le hicieron la sugerencia de procurar perfeccionarse en el exterior.
Una propuesta válida, por cuanto hablamos de un joven con un conocimiento excepcional de las letras dominicanas y universales.
Sus dificultades empezaron por el hecho de que carecía de padrinos. A duras penas pudo conseguir una beca para estudiar letras en la Universidad de Salamanca, una beca que, transcurrido un determinado periodo, le fue retirada por razones burocráticas… ¿e indiferencia? Poseo testimonios de profesores y alumnos del elevado centro docente que Carlos Reyes, en numerosas oportunidades, sorprendió a sus encumbrados profesores por su cultura, capacidad, agudeza y talento.
Incluso llegué a referir a amigos y vinculados que, en Carlos Reyes, tenía el país a uno de sus grandes hombres en el ámbito de las letras y que, en su momento, su talento y erudición deslumbrarían a muchos.
Entonces, desconozco los detalles, repito que le suspendieron la beca.
La falta de recursos, las dificultades propias de cualquier emigrante empezaron a castigar a ese muchacho pueblerino quien, a seguidas, sufrió toda la carga del extranjero en un país distante, sin amigos, sin respaldo, abandonado sencillamente a su suerte.
Traigo a colación el caso de Carlos Reyes porque sé que en el mandato del presidente Abinader y, comenzando por el mismo Ejecutivo, hay muchas personas valiosas y sensibles que no pasarán por alto este caso y la oportunidad de que el país cuente con un intelectual que, pese a las dificultades que ha enfrentado, es un valioso activo de las letras y nuestra cultura en todos los ámbitos.
Espero y cuento que estas palabras lleguen a personas que amen a su país y que se sientan estimulados ante el talento de un joven, Carlos Reyes, que, como Marileidy, está llamado a ocupar un lugar de verdadera relevancia en ámbitos que colmarán de satisfacción y orgullo a todos los dominicanos.