El presidente de República Dominicana, Luis Abinader y Claudia Sheinbaum, la electa presidente de México.
La comparación entre Claudia Sheinbaum, la electa presidente de México y el presidente de República Dominicana, Luis Abinader, a prima facie parece hasta ridícula.
Sheinbaum es físico de profesión, fue galardonada junto a un grupo de colegas con el premio Nobel de la Paz, es alcalde Ciudad de México y se define como un político de izquierda.
Abinader dio el salto a la presidencia de La República sin antes ocupar ninguna posición pública, es economista y empresario destacado que bien podría encasillarse en el centro (lo que es común en la clase política dominicana) con inclinaciones naturales a la derecha.
Pero ambos, han logrado lo que pocos en la etapa post pandemia: una validación general de las políticas que defienden con una ciudadanía que ha visto a bien poner en sus manos el control del poder legislativo y municipal.
La elección de Sheinbaum en México quien con el 73% de las actas computadas marcaba un 58.58%, es una revalidación de los mexicanos al gobierno de Andrés Manuel López Obrador quien abandona el poder en octubre.
El movimiento político liderado por AMLO, Morena, logró retener Ciudad de México y al menos 23 gobernaciones de las 32 que tiene el país de Norteamérica.
También se perfila un control absoluto del Congreso lo que les permitirá a Sheinbaum las reformas que no pudo AMLO.
Algo similar ocurrió en República Dominicana, país que separó sus elecciones municipales de las presidenciales y congresuales.
En febrero pasado, el Partido Revolucionario Moderno (PRM) que lidera Abinader, se quedó con 121 municipios de 158 y 121 distritos municipales de 235, incluyendo en ese listado las plazas del Gran Santo Domingo y el Distrito Nacional además de Santiago.
Tres meses después, repitieron la hazaña quedándose con el control de más de dos tercios de los 190 diputados y 29 senadurías de 32 escaños posibles.
En lo presidencial, Abinader se quedó con el 57.44% de los votos validados, un resultado similar al obtenido por Sheinbaum en México.
Es así como Abinader tendrá el “poder ciudadano delegado” para aplicar reformas estructurales en la salud, economía, educación y los planes de asistencia social.
La diferencia más marcada entre ambos procesos, es la participación de la gente. Mientras que en República Dominicana votó para las elecciones presidenciales el 54.37% de los inscritos en el padrón, en México la participación ronda el 60%.
Esta distancia no parece tan abismal hasta que se calcula la población de México hábil para votar fue de 98.32 millones mientras que en República Dominicana fue de ocho millones.
Claro está, son realidades distintas pues en el país no existe polarización ideológica.
Tampoco es sabio comparar los 16 años de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana con los setenta años de gobierno del Partido Revolucionario Institucional de México.
El primero logró siempre resultados electorales contundentes por encima del 50% bajo la amenaza de una segunda vuelta electoral que no existe en México.
El PRI, a su vez, llegó a retener la presidencia de los mexicanos con porcentajes incluso, inferiores al 40% de la población votante.
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