En mediación, las partes se expresan abiertamente

En mediación, las partes se expresan abiertamente

En mediación, las partes se expresan abiertamente

Alexis Rafael Peña.

Cuando las personas deciden acudir a los servicios de mediación narran todo sus argumentos, en donde describen las vicisitudes que les ocurre con su pareja, esposo, hijos, hermanos, padres, abuelos y sobrinos.

Los más frecuentes son los de pareja, hermanos e hijos. Uno en correspondencia a la división de bienes procreados por estos en su relación y los otros, en perspectiva de las propiedades que dejaron sus progenitores, es decir, sus padres o abuelos.

Pero lo que me ha llamado la atención, son con la frecuencia que plantean las partes sobre su separación, cuya características es que tienen años sin convivir como pareja y están bajo el mismo techo. En el cual viven sus hijos e incluso sus padres.

En parte, la señora revela que le cocina, lava y le plancha como si ellos tuvieran una relación normal de pareja. Pero que todos los familiares que habitan en ese espacio hogareño saben que están que ni se hablan. Ni se cruzan las vistas, para no crear discusiones, actos de violencia o simplemente, aparentar la convivencia.

No llego a comprender cómo tienen esas personas resistencia para convivir en un ambiente que respira aire tóxico en relación a las controversias que estos sostienen de larga data.

Confiesan las partes que él o ella no se han ido del hogar para no satisfacer al otro/a de que salió de casa, con el objetivo de no demostrar debilidad con ella o él. Es así como ambos deciden convivir si puede llamarse así, a los que estos tildan simplemente separados dentro de la mejora que ellos como pareja construyeron.

Pero que como es en terreno de la madre y padre de ella o viceversa; estos se mantienen en pugilato hasta que uno de ellos o él, ofrezca el primer paso, ya sea de asistir a buscar solución amigable por la mediación o de conciliación del ministerio público. Por última opción, ir al tribunal.

Explica que se insultan, no se hablan ni de miradas. Pero que los celos de él o ella, impiden sostener una relación con otra persona. Ya que dada las circunstancias en la que viven, no ceden ni uno al otro/a.

Lamentable para la persona mediadora. Sea para el proceso de admisión del caso o propiamente en la mediación, tener que oír de las partes todas esas situaciones por las que han atravesado esas personas simplemente por no tomar una decisión de adulto.

Recomendable sería que desde que existen discordias, vejámenes y circunstancias adversas que les impide vivir en un hogar; separarse y son casados ir a un profesional del derecho para un divorcio mutuo o de incompatibilidad de caracteres. Pero nunca vivir juntos bajo esas circunstancias.

Tanto mujeres como hombres entienden que si salen de la casa voluntariamente perderían derechos sobre sus bienes, propiedades y ahorros. Ya que erróneamente han sido asesorados por vecinos hasta por profesionales del derecho, que si salen de la vivienda estarían abandonando y que por tal razón, perderían sus derechos de sus bienes hasta de compartir con sus hijas e hijos. Que barbaridad. Que ignorancia.

Entiendo necesario tanto para el ministerio público como el de la Mujer deberían abrir oficinas para asesorar de manera confidencial a las personas que están en tales circunstancias. Con esas medidas entiendo que edifican a la ciudadanía y evitan eventos violentos en parejas que pasan por esas situaciones.



Alexis Rafael Peña Céspedes

Periodista, abogado y mediador certificado.

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