El que las lluvias torrenciales del sábado hayan damnificado a miles de personas en Santo Domingo es un mal, pero un poco más pequeño que el sufrido por los que viven en comunidades remotas, a donde no llegan las cámaras de la televisión ni los fotógrafos de los periódicos, porque los responsables de las entidades de asistencia ponen un gran empeño en hacerse notar en jornadas de asistencia, pero cerca de los lugares en los que se concentran los medios de comunicación masiva.
Esta debe ser una buena razón para que las autoridades miren a las provincias.
Sufren más
Los que pierden sus casas, o los enseres, a más de cien kilómetros de la Capital sufren más, porque a esos lugares llegará la asistencia oficial un poco más tarde, y lo hará porque el país vive un período electoral muy activo, con elecciones municipales a poco menos de cuatro meses.
En muchas comunidades remotas tienen que luchar porque les llegue la asistencia, pero también para que les reparen las carreteras, los caminos y los puentes, porque no se trata de daños personales solamente, también comunitarios.