En Barcelona, los criollos extrañan la comida nativa
Barcelona, España.-A veces ataca la morriña, vocablo coloquial usado en España para definir cuando la persona extraña su casa o la gastronomía de su país de origen y cuando llega ese momento no hay nada mejor que irse a los pocos restaurantes donde puedes comer un fabuloso arroz con habichuela o un pescado frito con coco al estilo Samaná.
Y como los dominicanos y su comida están en todas partes en la ciudad de Barcelona es fácil encontrar ese rincón que por un rato te hace pensar que estás en casa.
El restaurante Julián, un lugar acogedor y muy singular propiedad de Julián y Miguelina, dominicanos y radicados aquí desde hace más de 20 años, ofrece una variedad de platos en donde tomar la decisión se hace difícil.
Varios años abierto
Este local tiene ya 9 años de funcionamiento y ardua labor, a pesar de la fuerte crisis financiera que afecta a este país desde hace ya siente años.
Una crisis que ha empujado a muchos compatriotas y a emigrantes de todo el mundo a regresar a al país de origen después de mucho tiempo y esfuerzo invertidos aquí o también, a cambiar el rumbo e irse a comenzar a otro país receptor. Una situación que no solo afecta al extranjero sino también a miles de españoles.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, en enero de este año la cifra de extranjeros que residían en España bajó 250,125 en comparación al año pasado. A sabiendas de la situación económica continúan llegando nuevos residentes, aunque cada vez menos.
El restaurante Julián está enclavado en un barrio donde viven muchos dominicanos y este lugar es el punto de encuentro en el desahogo de final de la tarde o al mediodía.
Miguelina, la propietaria, siempre quiso tener un restaurante de comida que no sólo se limitara a ofrecer el típico arroz con habichuela y pollo frito, sino que también pudiera tener variedad de platos de la gastronomía dominicana, haciendo hincapié en su plato estrella: mofongo de marisco y pescado con coco. Incluso, aquí puedes deleitarte con jugos de zapote y granadillo.
Cuestionados sobre estas frutas ante mi curiosidad de cómo entran esos productos aquí, me explican que los traen congelados en potes desde Santo Domingo. Suelen detenerlos, a pesar de que los pone en el equipaje facturado y cuando las autoridades de aduanas le preguntan qué es eso, Miguelina responde con desparpajo que “son productos naturales para yo hacerme zumos (jugos) de fruta de mi país”.
Y como no solo de comida salada vive el hombre, Miguelina y Julián elaboran conconete, dulces de coco y dulce de maní. Además, los dos me hacen fuerte énfasis cuando me cuentan que también cocinan bollitos de yuca y hasta chicharrón estilo Villa Mella con la costilla y todo…!!! Por eso es conocido y muy recomendado este oasis dominicano por la amplitud de platos y jugos de frutas.
Miguelina y Julián a veces piensan en la retirada definitiva, pero aún desean seguir abriendo el restaurante cada mañana sin percatarse de los inconvenientes que implican tener un negocio, pagar impuestos y criar a sus hijos.
Después de un rato agradable con ellos, decido irme del local para que puedan atender a los clientes que llegan. Miguelina continúa en los fogones y Julián acomoda a la gente con el menú en la mano. Y saben que muchos negocios pequeños y medianos han cerrado por la crisis.
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