Una perogrullada sobre los empeños sanitarios y policiales para arrestar la propagación del Covid-19 y los subsidios a los más vulnerables, es que sin gente sana y viva la economía muere.
Son las personas quienes trabajan y producen, consumen y gastan, pagan impuestos y comercian, siembran y cosechan. Y también votan.
Entonces, de poco serviría apretar las medidas de policía para mejorar la imposición de la cuarentena, el toque de queda y el distanciamiento social; las ayudas sociales y subsidios a empleados; si olvidamos o relegamos a las empresas, las fuentes de empleo.
Oigo a demagogos y aprovechados sugerir que no se pague la luz y el teléfono, pero en sus propios negocios no se les ocurre despachar sin expectativa de pago.
Ya los bancos han tomado excelentes medidas sobre créditos a sus clientes y la DGII ha aflojado el chucho. Pero antes de que se nos caiga la casa encima, urge recordar que por más que cambie el mundo tras la pandemia, sin empresas no habrá empleos ¡para la gente!
