Emprendedores anónimos

Emprendedores anónimos

Emprendedores anónimos

La chica hermosa que fue a visualizar sus vinos de frutas al FestiCoco de Nagua es una emprendedora que dejó trabajo formal y fue a por sus sueños, como dicen los españoles. Desde Jarabacoa, Yohanna inició su proyecto en plena pandemia y no tiene quejas.

Nerkin, un joven que vende leche pura en un motor por lomas y comunidades de Padre Las Casas, en la Cordillera Central, mantiene su familia con este emprendimiento.

Francisca, una rubia monumental que mete miedo por su belleza y carácter, galopa tres veces por semana por lomas empinadas y difíciles para atender su parcela de la que saca los víveres de su supervivencia y sustento de sus tres hijas. Ella es emprendedora también, aunque los teóricos de Washington y la Unión Europea no la tengan en sus estudios.

Alejandro, que botó la capital en busca de otros mundos, se instaló en Monción y promueve vida saludable a través de la comercialización de productos autóctonos.

El hermano David decidió ganarse la vida con lo que sabe hacer, escalar montañas, cruzar ríos, marotear. Y lo hace con grupos que organiza para conocer los encantos de la provincia Monseñor Nouel y otros lugares.

Wallid hace lo mismo. Su carisma lo conoces cuando te da a probar la fruta milagrosa, una diminuta bola que saboreas y los limones agrios saben dulzones, la que siembra en la parte lateral de su modesta casa en Sonador.  Su negocio de empanadas y de guía de senderistas le dan para vivir, frente al play de la comunidad de Monseñor Nouel donde los niños corren por los sueños de Grandes Ligas.

Daysi, “La Chupy”, como le llaman por su carisma y el nombre de su negocio, abrió las puertas de sus ideas y recorría 15 kilómetros vendiendo el típico frío frío, que ahora comercializa en plazas públicas y eventos. Con altas y bajas, como todo emprendedor, también va de madre con su sustento en base a ese emprendimiento.

A lo mejor no se han enterado de que la Ley 688-16 motiva a emprender ideas e innovar y tal vez no crea en las instituciones del Estado, como pasa con muchos. Pero decidieron echar adelante una idea y vivir de ella, con tropiezos, sinsabores, lágrimas y con el dedo incrédulo sobre ellos de los que están en la ladera del camino viendo pasar los triunfadores.

No inventaron el hijo en bollito ni han descubierto como es mastica la chiva, pero sus ideas son innovadoras en el contexto en que las desarrollan, sobre todo, por la fuerza que empuja a desarrollarlas.

¿Qué hace el gobierno para motivarlos? Seguro mucho, a través del Ministerio de Industria y Comercio y las PYMES, pero lo temen por la voracidad impositiva que supone la formalización de sus negocios.

Soy, creo, ejerzo, motivo, valoro y apoyo los emprendedores menudos que andan por estas calles dominicanos buscando al moro a toda costa y a todos los niveles. He dicho.