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Embajada de tercera categoría: RD se encamina a cinco años sin embajador de EE. UU.

Embajada de Estados Unidos en República Dominicana. Fuente externa
📷 Embajada de Estados Unidos en República Dominicana. Fuente externa

Santo Domingo. El gobierno de Estados Unidos ha convertido su embajada en República Dominicana en una representación de segunda o tercera categoría y ya acumula, casi cinco años sin ninguna representación quedando por lo general, funcionarios de carrera a cargo de la dependencia interinamente.

Desde el 20 de enero de 2021, cuando concluyó la misión de la embajadora Robin S. Bernstein, la Embajada de Estados Unidos en República Dominicana no ha tenido un representante confirmado por el Senado norteamericano.

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Han pasado dos administraciones, múltiples encargados de negocios y más de cuatro años de dirección interina, lo que en términos diplomáticos ha colocado a Santo Domingo en un rango de representación de “tercera categoría”, limitada a funcionarios medios.

Fin de una era y comienzo del vacío en Embajada

Robin Bernstein presentó credenciales en septiembre de 2018 y concluyó su gestión el 20 de enero de 2021, coincidiendo con la salida de Donald Trump de la Casa Blanca.

Robin Bernstein fue la última embajadora de Estados Unidos en el país. Concluyó su misión en enero de 2021.

Con ella se cerró la última etapa en que el país contó con un embajador confirmado, con acceso directo a los niveles políticos más altos del Departamento de Estado y a la administración local.

Desde esa fecha, ningún presidente estadounidense ha logrado colocar un embajador en Santo Domingo.

Lo que en principio parecía un intervalo breve mientras se designaba un nuevo titular, terminó convirtiéndose en el período más largo sin embajador en la historia de las relaciones bilaterales entre ambos países.

Biden nunca logró un embajador

Durante los cuatro años de Joe Biden (2021–2025), la legación diplomática permaneció en manos de encargados de negocios.

El presidente demócrata nominó en 2021 al político Calvin Smyre, veterano legislador estatal de Georgia.

Sin embargo, su nominación se empantanó en el Senado, fue retirada y finalmente redirigida a otro destino diplomático.

El resultado: República Dominicana completó todo el cuatrienio de Biden sin embajador, con la misión conducida por encargados de negocios entre los que citamos a Robert W. Thomas.

En definitiva, la administración demócrata evidenció la baja prioridad de Santo Domingo en su agenda de nombramientos, lo que bien puede deberse a la estabilidad democrática del país y las inclinación casi natural a las políticas emanadas desde Washington.

Trump regresa, pero el vacío continúa

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025 alimentó expectativas de que la situación cambiara.

En marzo, la Casa Blanca nominó a Leah F. Campos, exfuncionaria de inteligencia y ejecutiva de Arizona, como embajadora designada.

Leah F. Campos aún no ha sido confirmada por el Senado como embajadora en el país.

Campos compareció ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado el 1 de mayo y recibió luz verde de la comisión el 8 de mayo.

Sin embargo, al cierre de agosto de 2025, el Senado todavía no ha celebrado el voto de confirmación en el pleno, manteniendo congelado el proceso.

Esto significa que, a pocos meses de cumplirse el primer año de la nueva gestión republicana, la embajada sigue en manos interinas.

Lo que implica un “modo interino”

En términos operativos, la embajada sigue funcionando con normalidad: mantiene sus programas de cooperación, procesos de visado, intercambio cultural y coordinación en seguridad.

Sin embargo, el peso político de un encargado de negocios nunca se equipara al de un embajador confirmado.

Un embajador cuenta con acceso directo a las más altas autoridades locales y, sobre todo, con el respaldo de haber sido confirmado por el Senado de Estados Unidos.

Esa investidura refuerza su capacidad de interlocución y lo convierte en un canal más sólido para transmitir posiciones políticas, presionar por reformas o negociar acuerdos estratégicos.

En contraste, un encargado de negocios, suele ser un diplomático de carrera, con funciones limitadas al ámbito técnico y administrativo.

Garantiza continuidad, pero difícilmente puede incidir con la misma fuerza en temas de alto nivel.

Por eso, en la práctica, la ausencia prolongada de un embajador es leída como una señal de desinterés o baja prioridad.

Una anomalía diplomática

Que un socio estratégico como República Dominicana, con el que Estados Unidos mantiene profundos vínculos comerciales, migratorios y de seguridad, lleve más de cuatro años y medio sin embajador es una anomalía.

En ese período, Washington sí logró cubrir con titulares confirmados otras embajadas de la región, como Panamá, Costa Rica o Haití, incluso en medio de crisis complejas.

Esto refuerza la percepción de que la plaza dominicana quedó relegada a un segundo plano en la diplomacia norteamericana, pese a ser el principal socio comercial del Caribe y un país clave en materia de seguridad regional y cooperación antinarcóticos.

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Anyelo Mercedes

Es periodista y locutor. Cubre Congreso, Partidos Políticos y JCE.

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