Luego de la crisis del año 1994 que crispó el país, colocándolo al borde de un estallido popular, en contra del fraude electoral que impidió el acceso al poder del doctor José Francisco Peña Gómez, y que tuvo por salida la modificación constitucional, que limitó a dos años el período del más conspicuo heredero del régimen trujillista, el doctor Joaquín Balaguer, que prohibió la reelección consecutiva, que creó las altas cortes, que separó las elecciones congresuales y municipales de las presidenciales y que convocó a elecciones anticipadas para el 1996 para este último nivel, estableciendo la modalidad de mayoría absoluta del 50 % más un voto, y de doble vuelta si no se logra la meta establecida, hemos tenido procesos electorales separados por 27 años, exceptuando las elecciones de mayo del 2016 que por un transitorio de la Constitución del 2010 así lo dispuso.
En el 2002 se modificó la Constitución para volver a incluir la reelección presidencial, pero no de manera indefinida, como era la vieja costumbre del balaguerismo, se introdujo el llamado modelo americano de dos períodos consecutivos y el nunca jamás. Esta modificación mantuvo las elecciones separadas.
Fue en la modificación del 2010, que nuestros legisladores, cuyo período acababa en 2014, volvieron a modificar la Constitución quitando los dos períodos consecutivos, el nunca jamás, unificando las elecciones en un mismo año, dándose una ñapita de dos años mediante un transitorio para que la misma se produjera en mayo del 2016 y que en 2020 fueran en febrero las municipales y en mayo las presidenciales juntas con las congresuales, tal como sucedió.
El próximo año 2024 habrán de celebrarse las elecciones para la escogencia de 4,113 candidaturas de elección popular en elecciones separadas, el 18 de febrero las municipales y el 19 de mayo la presidencial y congresual.
De las 4,113 candidaturas en febrero se disputarán 3,849; 158 alcaldes con igual cantidad de vicealcaldes, 1,164 regidores con sus suplentes, 235 directores de distritos municipales con sus subdirectores y 735 vocales, lo que significa el 93.58 % de las mismas.
En esas elecciones no quedará un municipio, un distrito municipal, un paraje ni una sección sin que la actividad política no la toque.
De ahí la importancia que revisten estas elecciones para el posicionamiento de los partidos de cara al proceso de mayo, porque las encuestas marcan una tendencia, pero los resultados de febrero reflejarán una realidad.
En las accidentadas elecciones de febrero del 2020, que tuvieron que realizarse en marzo de ese año, el PRM y aliados lograron 84 alcaldías, para un 53.16 %, el PLD y aliados 65 alcaldías, para un 41.13 %, el PRSC y aliados 7 alcaldías para un 4.43 %, el PRD 1, el PPC, 1, lo que marcaba una clara tendencia de cuales serían los resultados de las lecciones que fueron celebradas en junio aún en medio de la pandemia de covid que azotó el mundo, y que el presidente Abinader ganó cómodamente.
Aunque un triunfo o una derrota en febrero no es sinónimo de victoria en mayo, es evidente que ganar en febrero es haber recorrido más de la mitad del camino, así que, cuidado con febrero, que en cualquier descuido le corren por tercera base y anotan con un wild pitch.
*Por Freddy González