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El último baile, porque nadie sabe a dónde va

Luis González Por Luis González
Luis González
📷 Luis González

Como ciudadano dominicano y del mundo, pero sobre todo como un ser humano que desea lo mejor para todos los demás, no puedo abstenerme a la realidad que está viviendo República Dominicana, después de la tragedia que se materializó en la madrugada, 12:30 de la mañana del martes 8 de abril de 2025, con el desplome de la estructura donde se ubicaba una famosa discoteca, que todos en este país del Caribe, conocemos, Jet Set.

Con el título de este artículo, estoy combinando la serie de Netflix del último partido importante de Michael Jordan con el equipo que lo hizo grande y al cual él hizo grande en la NBA en EE. UU., me refiero a los Bulls de Chicago, con el que ganaron el sexto título en el año 1998, titulada, “The last dance”, y también una canción del guatemalteco universal, Ricardo Arjona, titulada “Nadie sabe a dónde va”, porque realmente guardan similitud con lo que sucedió esa fatídica madrugada en Santo Domingo.

Para un artista como Roberto Antonio Pérez Herrera, mejor conocido como Rubby Pérez, para los que se prepararon, salieron esa noche a divertirse, a bailar, disfrutar de la voz más alta del merengue en un lugar emblemático, nunca pensaron que sería su último baile y como dice Arjona en su canción, ninguno sabía a dónde iba, ninguno imaginó que un momento de alegría, de relajarse de sus actividades diarias, sería su último instante en este mundo.

Ese último baile para los mundialmente conocidos como el lanzador de Grandes Ligas del béisbol de EE. UU., Octavio Dotel, para el diseñador Martín Polanco, para los empresarios del Grupo Popular, para la gobernadora de Montecristi, Nelsy Cruz, así como los anónimos, que también tenían padres, hijos, parejas, que les esperaban en casa, ninguno supo que iba hacia su último baile.

Compungido como todos los ciudadanos del mundo que creemos en el ser humano, que creemos en el amor, en la empatía y que como todos los que están leyendo este artículo que viven en República Dominicana y en otros lugares tenían a alguien conocido de manera directa, un amigo, un familiar, estamos destrozados.

Nos queda solidarizarnos, presentar nuestras condolencias a los dolientes directos y nos queda quizás una reflexión sin buscar culpables, porque de lo que se trata aquí no es de criticar la oscuridad, sino de encender la luz, que esto nos sirva para procurar, si es que se puede hacer algo, para evitarlo en el futuro.

Estar preparados porque nunca sabremos cuándo será nuestro último baile, y muchas veces no sabemos a dónde vamos cuando salimos de nuestras casas, nos despedimos o decimos hasta luego a nuestros seres queridos y, peor aún, sin despedirnos o decir hasta luego.

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