Uno de los elementos a que aspira todo ser humano, esté en campaña política, o no, es la posibilidad de alcanzar un trabajo decente.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo especializado de las Naciones Unidas, define el trabajo decente como aquel que sintetiza las aspiraciones de las personas durante su vida laboral.
Significa la oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para todos, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan sus vidas, y la igualdad de oportunidades y trato para todos, mujeres y hombres.
Según informó el presidente Abinader en su rendición de cuentas el pasado 27 de febrero, el país al cierre del 2023 contaba con 4.9 millones de personas empleadas.
De este total, 2.1 millones corresponden a empleados formales, por lo cual el restante 2.8 millones corresponderían al mercado laboral informal.
Si bien es una buena noticia en cuanto al número total de ocupados en relación con las cifras de años anteriores, cierto es que el gran número de informales representa en la actualidad un reto enorme.
La Agenda 2030 del Desarrollo Sostenible, del cual nuestro país es suscriptor, establece de manera clara que para promover un crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, es necesario proporcionar empleos de calidad asociados a la protección social y al respeto de los derechos en el trabajo.
Estos fundamentos están ausentes en el mercado laboral informal, imposibilitando que los mismos tengan la definición de un trabajo decente.
Para solo tomar un ejemplo, un medio impreso recién informó que el negocio de las bancas de lotería emplea a más de 200 mil personas, la mayoría mujeres.
Con solo citar que prevalecen condiciones precarias de trabajo, el maltrato laboral y la ausencia de protección social y el amparo de las leyes, estos empleos son apenas precarios.
Uno de los grandes esfuerzos del próximo gobierno en los próximos cuatro años no será solo más y mejores empleos para la población, sino también la transformación del mercado laboral en trabajos dignos y decentes.