A lo mejor las autoridades nacionales y la Liga Dominicana de Béisbol no tienen conciencia de la magnitud de la tragedia que estuvo a punto de ocurrir en el estadio Quisqueya el miércoles pasado, cuando un individuo escenificó un tiroteo al finalizar el partido entre los Leones del Escogido y las Águilas Cibaeñas.

En el incidente, según los relatos que hasta el momento se han recogido, hubo una acción que en los tribunales puede ser calificada de criminal, pues los disparos realizados por el fanático pudieron herir o matar a una a varias de las miles de personas que acudieron al juego y que en ese momento estaban saliendo del Estadio o de los empleados que trabajan allí.

Eso sin sumar lo que podía ocurrir ante una corrida desesperada de esas miles de personas saliendo de esa instalación deportiva.

Esa persona logró entrar con un arma luego de haber sido retirado por los miembros de la seguridad del estadio Quisqueya, lo cual revela algunos niveles de negligencia.

La Liga Dominicana de Béisbol tiene la obligación de llevar este caso hasta las últimas consecuencias. De formular la querella de lugar.

Pero el Ministerio Público también tiene que cumplir con su deber y actuar de oficio  en caso de que por desidia, irresponsabilidad o complicidad la Liga no actúe en justicia. Estamos frente a un evidente caso de acción pública y por lo tanto no debe haber excusas para actuar.

Si se pasa como un incidente más, podría ser un incentivo para que vuelva a ocurrir un caso como éste y correríamos el riesgo de no ser tan afortunados.