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El tiempo sepulta el plan inicial con los 14 esqueletos africanos

La embarcación recorrió unos 6 mil kilómetros.  Archivo
📷 La embarcación recorrió unos 6 mil kilómetros. Archivo

Santo Domingo.-Ha pasado un año ya y lo que fue en un primer momento el sorprendente hallazgo en la costa norte dominicana de una extraña yola, o cayuco, con varias osamentas que resultarían de viajeros africanos, es apenas un episodio al que sólo sacan del olvido algunas reseñas de prensa.

Era el atardecer del día 6 de agosto de 2024 cuando empezaba a circular la información de una barca distinta de las utilizadas por los migrantes clandestinos dominicanos, a la deriva en la costa norte, cerca de Río San Juan, cargada de esqueletos.

La embarcación misma, documentos y teléfonos hallados en su interior llevarían después a determinar que la embarcación había salido de Mauritania el 22 de enero, con 77 personas, rumbo a Islas Canarias, a una distancia de poco más de mil kilómetros que se convertirían en 6 mil si contamos los tumbos de la deriva hasta llegar a la costa norte dominicana.

Al principio las autoridades del Instituto Nacional de Ciencias Forenses dejaron ver la posibilidad de experticias para identificar a los que llegaron al país con algunos de los 77 que abordaron el cayuco en la costa occidental africana, pero esto no ha sido concretado.

La razón puede ser entendida mediante una lógica simple: La investigación de este hecho, profundamente humano, cuesta dinero y no reporta ningún beneficio material a los gobiernos de los países involucrados.

Senegal, Mauritania, Malí y República Dominicana no van a dedicar recursos a investigar quienes, cómo y cuándo pudieron haber muerto en intento.

La realidad es que aquellos 77 y los 14 hallados a 18 kilómetros de la costa dominicana eran entonces una fracción de los más de 28 mil tragados en diez años por el océano en una travesía en la que se enrolan cargados de ilusiones.

Una cifra minúscula en las decenas de miles de fracasados que de haber tenido éxito hubieran pasado, en cambio, a representar remesas para sus países de origen y la satisfacción de necesidades inmediatas de sus familias africanas.

En algún momento se quedaron sin los motores que impulsaban su modesta embarcación, quedaron a la deriva y el océano los empujó hasta Santo Domingo, donde algunos también mueren con zapatos e ilusiones de migrantes.

Era martes

— Al atardecer
Un pescador y su hijo, de acuerdo con el relato de hace un año, divisaron una yola a la deriva al atardecer del día 6 de agosto. Poco después, avisados los del destacamento de la Armada, la embarcación era remolcada a la costa.

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Miguel Febles

Periodista. Editor en jefe.

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