El suicidio en RD: un dolor persistente que exige más que cifras

Aunque los suicidios disminuyeron ligeramente en 2024, los datos del Anuario de Muertes Accidentales y Violentas de la ONE revelan una realidad que sigue golpeando a miles de familias dominicanas
Cada número es una historia interrumpida. Detrás de las 651 personas que en 2024 decidieron poner fin a su vida en la República Dominicana, hay rostros, silencios, llamadas no respondidas, y, sobre todo, familias rotas que aún se preguntan por qué no llegaron a tiempo.
El suicidio, clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una forma de violencia autoinfligida, continúa siendo una de las principales causas de muerte a nivel mundial. Y la República Dominicana no escapa a esta realidad.
Así lo muestra el más reciente Anuario de Muertes Accidentales y Violentas publicado por la Oficina Nacional de Estadística (ONE), donde se destaca que entre 2007 y 2024, el país ha registrado un promedio anual de 594 suicidios.
Aunque el total de casos en 2024 (651) representa una leve disminución del 2.69% respecto al año anterior, el fenómeno se mantiene con una preocupante regularidad. Los picos más altos ocurrieron en 2021 (670), 2023 (669) y 2018 (648), años que, más allá de las cifras, deben ser leídos como alertas sobre lo que aún falta por hacer en salud mental y apoyo comunitario.
Una mirada más cercana
Durante 2024, junio fue el mes más crítico, seguido de octubre y noviembre. En promedio, cada mes 54 personas se quitaron la vida. Y aunque el dolor no tiene edad, la estadística sí marca tendencias:
- El 47% de los suicidios ocurrió entre personas de 25 a 49 años, en plena edad productiva.
- Un preocupante 13% fueron adultos mayores de 65 años, muchos probablemente enfrentando soledad o enfermedades crónicas.
- Solo el 1% fueron menores de 15 años, aunque incluso una sola vida infantil perdida es demasiado.
En cuanto al sexo, el dato se mantiene constante con la tendencia global: el 82% de los casos fueron hombres. Esta sobremortalidad masculina apunta a la urgencia de revisar cómo educamos emocionalmente a los hombres y qué herramientas tienen para pedir ayuda.
Cómo, dónde y a qué hora
El método más frecuente fue el ahorcamiento o asfixia (80%), seguido por armas de fuego (12%) y el salto al vacío (6%). La letalidad de estos métodos explica en parte por qué tantos intentos terminan en muerte.
Los momentos de mayor ocurrencia fueron en las primeras horas de la mañana, especialmente entre las 8:00 y las 10:00 a.m., quizás cuando la rutina de cada día se vuelve un peso insoportable para quien ha perdido la esperanza.
Desde el punto de vista geográfico, la Región Ozama, que incluye al Distrito Nacional y Santo Domingo, concentró más del 25% de los casos. Otras regiones con alta incidencia fueron el Cibao Norte y Valdesia, lo que sugiere una mayor carga en zonas urbanas.
A nivel provincial, las tasas más altas se reportaron en Dajabón (13.27), Peravia (12.83) y Puerto Plata (11.84). En cambio, provincias como Independencia, Santo Domingo y La Romana registraron los valores más bajos, por debajo de 4 casos por cada 100 mil habitantes.
Una realidad para todos
Aunque el promedio nacional de suicidios por cada 100 mil habitantes de seis años y más se mantiene estable en torno a 6.7, la estabilidad en estos casos no es una buena noticia. Más bien, revela que las acciones preventivas no están logrando reducir significativamente este fenómeno.
El suicidio no es solo un problema de salud pública: es también una llamada colectiva a la empatía, a la escucha activa, a educar sin estigmas sobre salud mental y a construir comunidades más compasivas.
Detrás de cada dato hay una historia que pudo ser distinta. Y ese quizás sea el punto más urgente: hacer todo lo posible para que la próxima historia sí tenga un final diferente.
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Dayana Acosta
Periodista dominicana con maestría en Comunicación Corporativa y Gerencia Hospitalaria y Seguridad Social. Apasionada de la investigación y de contar historias con propósito.