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“El que no ha sufrido no sabe nada, no conoce ni el bien ni el mal; ni conoce a los hombres ni se conoce a sí mismo”, dijo el teólogo francés Fenelón.
La idea no radica en que hagamos del sufrimiento un estilo de vida, sino una oportunidad para hacernos lo suficientemente fuertes, a fin de asumir los desafíos que se afrontan en el camino para alcanzar la felicidad; estado del alma al que toda persona aspira.
Jesús, a partir del pensamiento cristiano, sufrió antes de ascender triunfante a los cielos para colocarse a la diestra del Padre.