
Mientras el país avanza hacia la recuperación económica y sanitaria tras la pandemia del COVID-19, el síndrome de burnout es la otra crisis silenciosa que afecta a miles de dominicanos, también conocido como “síndrome del trabajador quemado”.
Esta condición, reconocida oficialmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es hoy una realidad constante en oficinas, hospitales, aulas, bancos y entidades públicas del país.
¿Qué es el burnout?
Desde una perspectiva clínica, el burnout se define como un estado de agotamiento físico, emocional y mental causado por estrés laboral crónico que no ha sido gestionado adecuadamente, afectando tanto el rendimiento como la salud integral de la persona.
Entre sus síntomas más comunes se encuentran: fatiga persistente, irritabilidad, insomnio, falta de motivación, cinismo frente al trabajo, baja autoestima y, en casos más graves, ansiedad y depresión.
El burnout no es simplemente “estar cansado”: es un colapso emocional que puede tener consecuencias devastadoras para la vida personal y profesional de quien lo padece.
Una epidemia en crecimiento
En República Dominicana, el burnout está afectando a trabajadores de todos los sectores.
- En el ámbito de la salud, muchos médicos, enfermeras y personal técnico han sufrido sobrecarga física y emocional desde la pandemia, enfrentando largas jornadas, muertes frecuentes, escasez de recursos y poca contención emocional.
- En el sector educativo, docentes de escuelas públicas y privadas manifiestan altos niveles de agotamiento. La virtualidad forzada, la presión por resultados y la falta de herramientas tecnológicas contribuyeron a un estrés prolongado, que aún hoy continúa, especialmente ante condiciones laborales precarias y aulas sobrepobladas.
- En el ámbito bancario y corporativo, ejecutivos, agentes de ventas y personal administrativo enfrentan metas inalcanzables, horarios extendidos, y la presión constante por la productividad. Las reuniones eternas, la hiperconectividad digital y la falta de equilibrio entre vida laboral y personal están cobrando factura emocional.
- En el sector público, funcionarios trabajan con escasos recursos, alta burocracia y poca motivación. El resultado: despersonalización del trato, errores por fatiga y una creciente sensación de inutilidad profesional.
Causas profundas
Entre las principales causas del burnout en el contexto dominicano encontramos:
- Jornadas laborales excesivas sin pausas reales de descanso.
- Ambientes tóxicos o jerárquicos donde no se validan las emociones ni se reconocen los logros.
- Falta de autocuidado: muchas personas no encuentran tiempo para dormir bien, alimentarse con regularidad, hacer ejercicio o simplemente desconectarse.
- Estigma hacia el descanso y la salud mental: culturalmente se asocia la productividad con el sacrificio extremo. Pedir vacaciones o hablar de agotamiento todavía es visto como debilidad o “flojera”.
- Ausencia de políticas empresariales de bienestar emocional, especialmente en pequeñas y medianas empresas.
Impacto emocional y económico
Desde el punto de vista clínico, el burnout puede evolucionar hacia trastornos más severos si no se trata a tiempo: trastornos de ansiedad, depresivos, abuso de sustancias, problemas familiares y ausentismo crónico. Esto no solo afecta al trabajador, sino también al rendimiento de las empresas y al sistema de salud público.
Según estudios internacionales, el burnout impacta directamente en la productividad, aumenta los errores en la ejecución de tareas y provoca un clima laboral negativo que puede extenderse a todo un equipo.
¿Qué podemos hacer como país?
Es hora de que instituciones públicas y privadas reconozcan que la salud mental no es un lujo, sino una necesidad estratégica. Algunas acciones urgentes incluyen:
- Programas de bienestar emocional laboral con acceso real a psicólogos, talleres de manejo del estrés, pausas activas y actividades de relajación.
- Fomentar una cultura organizacional saludable, donde se promueva el respeto al tiempo personal, se validen las emociones y se escuche al empleado.
- Capacitar líderes y supervisores para detectar signos tempranos de agotamiento en sus equipos y canalizarlos hacia apoyo profesional.
- Políticas de desconexión digital, especialmente en entornos con teletrabajo.
- Incluir la salud mental en las evaluaciones de riesgo laboral.
La salud emocional también es productividad
Recuperar el equilibrio en los espacios de trabajo es una tarea urgente. No se trata de trabajar menos, sino de trabajar mejor: con propósito, con respeto, con humanidad.
Una empresa emocionalmente saludable es más productiva, más innovadora y más sostenible en el tiempo.
Como sociedad, debemos romper con la idea de que “estar quemado” es parte del éxito. No lo es. Es una señal de alarma que nos pide hacer una pausa y reordenar prioridades.
Los trabajadores dominicanos no están pidiendo lujos. Están pidiendo dignidad emocional. Y eso, también, es salud.
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Andrea Belen
Psicóloga Clínica, Terapeuta Familiar Sistemática y Terapeuta Sexual y de Pareja, Directora del Centro Calma Alma