El silencio

El silencio

El silencio

Si alguien me preguntara cómo lograr que las personas fueran más felices, no tengo duda en lo que contestaría: el silencio. Tan poco valorado y tan valioso.

El ruido que nos rodea llega de todas partes, a veces necesario, otras impuesto y en muchas ocasiones lleno de negatividad. Todo el mundo habla.

Todo el mundo va rápido y escuchándose a sí mismo, porque ese es el punto: hablamos para escucharnos más que para comunicarnos.

Somos incapaces de apagar ese interruptor que nos permita realmente desconectarnos y estar en silencio, bajar el ritmo y simplemente disfrutar del placer de no hacer nada.

La paradoja es que presentamos muchos problemas fruto del sedentarismo, pero de nuevo mal manejado.

Detenerse, dejar que el cerebro descanse y el resto del cuerpo recupere fuerzas, encontrar ese momento, ese lugar para estar a solas, sin pensar, sin hablar, sin necesitar nada salvo esos instantes para solo escuchar el latido de tu corazón y lograr… nada.

Solo eso, el silencio. Ese que cuando vuelvas a hablar, a entrar en la vorágine de tu vida te haya permitido desconectar y llegar a tu centro, a tu equilibrio, a coger fuerzas para seguir. Ese silencio que acalle tus miedos, tus prisas, tus problemas.

Abogo por esos minutos que te permitan respirar profundamente, que tus músculos se relajen, que nada ni nadie, ni siquiera tú, hable o te distraigas, solo puedas parar de verdad y encontrar de esa manera un poco de sosiego.

Creo sinceramente que de esta forma seríamos más felices, porque nos tomaríamos el tiempo para dejar de pensar qué vamos a decir, cómo vamos a triunfar, cómo vamos a ganar a los demás y, simplemente, estaríamos con nosotros, callados y sin necesidad de demostrar nada, de ganar nada… solo un reparador silencio.



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