¡Ay, mi gente, les cuento un chisme caliente de los pasillos del poder! Resulta que no es una ni dos las instituciones que, en vez de dar la cara, se escudan en el famoso “silencio administrativo”.
¿Y qué significa esto? Pues básicamente que cuando los periodistas piden estadísticas o información amparadas en la Ley General de Libre Acceso a la Información Pública (núm. 200-04), muchos ministerios deciden ignorar olímpicamente la solicitud.
¡Así mismito como se lee! Lo curioso del asunto es que esta práctica va en contra de toda esa “transparencia” que tanto promueve el presidente Luis Abinader.
Pero, aquí entre nos, las oficinas de libre acceso a la información (OAI) parecen jugar a dos bandos: a veces se ponen las pilas y facilitan las cosas, pero en otras actúan como si fueran un muro infranqueable, esperando a que los periodistas se cansen y dejen de insistir.
¿La moraleja del cuento? Que si siguen así, en vez de avanzar, lo único que logran es retroceder.
Los séquitos
Se observa con frecuencia que hay funcionarios que llegan a los eventos con un séquito digno de confundirse con el mismo Presidente. Van con asistente, protocolo, fotógrafo, periodista y hasta seguridad, como si fueran estrellas de cine. Y claro, rapidito, suben las fotos a redes sociales diciendo que estuvieron en tal o cual lugar.