Ayer me enteré de que el Salto de Jimenoa está privatizado, aunque no recuerdo haber visto publicada ninguna resolución oficial al respecto.
Lo cierto es que, según mis informantes, para ver y disfrutar ese espectacular recurso turístico que nos ha regalado la naturaleza, hay que pagarle 50 pesos por cabeza a un tal Peguero (que dice ser periodista), quien a su vez es arrendatario de un ingeniero De los Santos, supuestamente dueño del puente que hay que cruzar para llegar al Salto.
Talvez vale la pena que alguna autoridad municipal o nacional se dé una vueltecita por el lugar e investigue bien qué es lo que está pasando allí. Se trata de un recurso natural que pertenece a todos y no debe permitirse que ningún particular saque provecho del mismo en perjuicio de los demás.
No puedo negar que mi vena patriótica se enerva positivamente cuando veo los hermosos spots publicitarios que el Ministerio de Turismo difunde a través de la televisión. Pero de nada sirven, si esas bellezas naturales quedan prácticamente vedadas al gran público porque unos vivos hacen allí lo que les da la gana.
Me sentaré a esperar a ver si esta denuncia provoca alguna reacción