Durante la Cuaresma, tiempo de preparación espiritual, se consumen platos dulces y salados con pescados, vegetales, frutas y huevos, y se abstiene o disminuye la carne de res, pollo y cerdo comúnmente ingeridos durante el resto del año.
Cuaresma es un tiempo que transita de la primavera al verano y por lo general hace calor, aunque también brisas o vientos. por lo que los niños vuelan sus chichiguas por los aires.
El momento invita, más bien obliga, a los dominicanos a salir de la casa, usar los patios, plazas y parques y a desplazarse a playas, ríos y montañas.
La sed se apaga con líquidos, refrescos y bebidas frías y el apetito se satisface con comidas propias de la época, de manera comunal y en ambientes de recreación y sano esparcimiento.
La Cuaresma hace propicia la ocasión para el reinado de las habichuelas con dulce, un plato exclusivo del país y que no existe en ninguna otra parte del mundo.
Debe registrarse en el libro Guinness y como el producto número uno de la marca país. No hay dominicano que ignore comerlas de día o de noche, frías o calientes, solo o en familia y de forma abundante.
En tanta cantidad se preparan que se intercambian con los vecinos. En Cotuí y en Miches, hasta el otro día, niños y adolescentes se movilizaban en coro exigiéndolas.
Existen modalidades hechas con habas, maíz y guandules donde nunca faltan leche, azúcar y especias. Algunas comidas se degustan al aire libre a base de pastas, ensaladas y con productos fritos de harina, víveres y tubérculos acompañados con pescado.
Cada región disfruta sus comidas de acuerdo a su tradición y gusto. Muchos platos tienen un origen en la prehistoria y en los tiempos coloniales.
El pescado, en especial bacalao, arenque, tuna y sardina, así como los mariscos y ostras se degustan solos o con arroz y vegetales, en forma de moro, locrios, asopaos y caldos.
Además de comer platos especiales durante Cuaresma, el país también es único en conmemorar casi en la misma temporada rituales religiosos, fechas patrias y fiestas carnavalescas..