El Gobierno dominicano, elogiado por los más importantes organismos internacionales debido al manejo de la pandemia y la crisis económica global, ha tenido en el subsidio la principal arma para mitigar efectos adversos de estos fenómenos.
El principal adversario ahora está siendo la inflación, que en países como Estados Unidos y el bloque de la Unión Europea bordea el 10 %.
La inflación es un concepto genérico que tiene muchos elementos, uno de ellos es el relativo al precio de los combustibles, que tiene mucho que ver también con la generación de energía eléctrica.
El problema de los altos precios de los combustibles le ha costado al Estado dominicano unos 30 mil millones de pesos en subsidio, que sumado a los mil millones de dólares al subsidio eléctrico, se constituye en una enorme carga para el Presupuesto del Gobierno.
El presidente Luis Abinader ha anunciado que se detendrá el proceso de desmonte del subsidio a la energía porque estaba coincidiendo con el aumento natural generado por la subida de los precios de los combustibles.
La medida tiene un alto componente social, pero con un fuerte efecto en las finanzas públicas, por lo que hay que ponerle fecha de caducidad a esa medida.
De manera simultánea las empresas distribuidoras de electricidad, las Edes, tienen la gran responsabilidad de mejorar su gestión, que en sentido general ha sido más que deficiente.
El energético constituye un gran reto para la salud de las finanzas públicas y el responsable de los mayores subsidios.
Las medidas son entendibles en las actuales coyunturas, pero no pensemos que podrán ser permanentes, porque entonces el daño podría ser mayor.