El riesgo de dejar pasar

El riesgo de dejar pasar

El riesgo de dejar pasar

A veces somos sorprendidos por lo inesperado, particularmente cuando involucra lo humano como en el caso de los cadáveres insepultos de seis neonatos en el cementerio Cristo Salvador, de Santo Domingo Este.

La muerte de las seis criaturas pudo haber ocurrido en el vientre de sus madres, y serían fetos en este caso, o después de haber nacido, condición neonatal que se les presume a los encontrados en el referido camposanto.

El hecho de no haber nacido vivos, o vivos, pero no viables, no les confiere la condición de cosa como para ser tratados al margen de lo que se espera en una sociedad civilizada y más aún, de la sensibilidad humana que es de esperar en quienes recibieron el encargo de darles la debida sepultura.

Desde el hospital, según unas declaraciones que la prensa atribuye a la directora del establecimiento público de salud de Ciudad Juan Bosch, el encargo de disponer de la mejor manera de los cadáveres fue puesto en manos de personal de una funeraria con la que al parecer se tiene este trato.

Los responsables de este negocio, y aquí referimos de nuevo a datos recogidos de la prensa, tratan de exculparse por el mal manejo en la disposición final de los seis cuerpos con la afirmación de que los entregaron a la persona responsable en el cementerio Cristo Salvador.

Tal vez en este caso pueden ser invocados los deberes de las partes, desde el establecimiento hospitalario hasta el sepulturero en el camposanto a donde fueron llevados.
Toca ahora a las autoridades de Salud Pública y a las del Ministerio Público, si es el caso, establecer las responsabilidades y las debidas consecuencias.

En un tiempo en el que en algunos niveles sociales hasta los animales de compañía reciben al morir un trato digno, no podemos permitir que se vaya a las cunetas la poca sensibilidad que nos queda.
Dejar hacer y dejar pasar no es siempre aconsejable, particularmente cuando de por medio están los asuntos humanos.



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