El retiro, de cualquier forma que se analice, es uno de los pasos más dolorosos e inadmisibles que puede sufrir un atleta que ha desarrollado un excelente trabajo durante toda su trayectoria, y más cuando no ha podido asimilar que ese es el proceso natural de todos los que realizan cualquier tipo de labor.
Hemos observado como grandes figuras, no solo del deporte sino de cualquier actividad, se muestran renuentes a dar ese paso, que muchas veces, aunque resulte doloroso, es el correcto y adecuado, para no sufrir humillaciones de los propios compañeros y de sus seguidores.
Miles de fanáticos seguidores “furibundos” de nuestro Juan Marichal sufrieron, en su época, un mundo, cuando el denominado “Monstruo de Laguna Verde” se resistía al retiro, luego de una excelente labor de años que lo llevó a Cooperstown.
El de Marichal es solo un ejemplo de los miles de atletas, en diversas disciplinas, que siempre se han resistido al retiro cuando todavía les queda “algo” en la recámara.
Lo peor que le puede pasar a cualquiera es insistir, a como dé lugar, en mantenerse activo cuando tiene pocas condiciones que exhibir.
Hoy esa situación toca de lleno al cerrador dominicano Fernando Rodney, quien tras más de 20 años en Grandes Ligas se quiere mantener activo a “sangre y fuego”, cuando ya sus fuerzas están en descenso.
Tras haber militado en unos 10 equipos y con 42 años de edad, tras unos muy buenos años como relevista, no puede darse el lujo de andar como un trotamundo, quizá por obtener unos dólares más, cuando ya ha devengado muchos millones.
