A la humanidad le ha sido muy difícil reducir, y mucho menos eliminar, de un todo el racismo, a pesar de los esfuerzos que se vienen realizando desde hace décadas.
En los deportes, donde muchos hombres de color lucharon a brazo partido por su reducción, como primer paso para su erradicación definitiva, todavía se mantiene presente.
Al cumplirse hace unos días 50 años del arribo del primer negro, Jackie Robinson, a las Grandes Ligas, y cuando se creía que ya se había producido una apertura, no más ayer, la Major League baseball emitió un comunicado donde investiga mensajes racistas al relevista de los Cachorros Carl Edwards Jr.
Theo Epstein, ejecutivo de los Cubs, advierte, con toda la razón, que “en un deporte que celebra la diversidad y une a personas de todo tipo de antecedentes, hay que horrorizarse de que alguien que dice ser un fanático envíe insultos divisivos y prejuiciados a un jugador”, y agregó: “Ya sea hablado, colocado o publicado, ese tipo de lenguaje reprensible y esas ideas no pueden ser toleradas en nuestro deporte”.
Pero lo mismo ocurre, quizá con más frecuencia, en las diferentes ligas de fútbol de Europa, donde hay una gran representación de atletas africanos.
Es una lástima que todavía se recurra a los ataques racistas, en la errada presunción de que el color de la piel hace superior a una persona sobre otra. Además, eso demuestra el atraso que todavía impera en pleno siglo 21.