¿A cuántas personas has escuchado decir “yo soy así” o las legendarias frases “no me gusta eso”, sin siquiera haberlo probado, y “me va a caer mal”, porque no pueden vencer el miedo a lo desconocido, sin dejar de lado a los que prefieren quedarse en su zona de confort porque los cambios son su arena movediza?
Pensar las cosas no está mal, lo que sí está mal es quedarse orbitando y rumiando viejos preceptos -a sabiendas que necesitamos mejorar y sentirnos mejor- porque nos da pánico tomar nuevas decisiones, inventando excusas y escudándonos en lo que pensamos que somos.
El mundo es una bola de cambios, lo cual ha sido demostrado luego de siglos de evolución. Entonces, si el mundo y los tiempos cambian porque nosotros no podemos solo entender que el cambio forma parte integral de nosotros y que, por ende, tenerle miedo a las cosas nuevas es el veneno más efectivo para matar “la mejor persona que podemos llegar a ser” o limitar todo “el bienestar que nos podemos generar”.
De cierta manera, cada quién escoge la soga con la que quiere ahorcarse o con la que quiere salvarse, en el entendido de que el “ser humano es él y sus circunstancias” pues “el corazón de la auyama solo lo sabe el cuchillo”, pero creernos que estamos solos en el universo y que nuestra realidad es única e irrepetible no nos dejará entender que las personas que nos quieren pueden ayudarnos a caminar y desenmarañar lo desconocido, sosteniéndonos cuando lo necesitemos.
Siempre he pensado que hay muchas formas de morir en vida y limitarnos es una de las peores. El primer paso es identificar el problema, pero el más importante es trabajar para superarlo.