No se entiende mucho que a esta fecha todavía el Ministerio de Educación no tenga lista su propuesta de presupuesto para el año 2013.

Quizás como nunca antes en la historia hay tanto interés nacional de exigir que la función educativa preuniversitaria sea dotada de todos los recursos necesarios para ejecutar los planes tendentes a mejorar el sistema educativo, teniendo como referente la inversión mínima establecida por la Ley.

Antes de ponerle número a su presupuesto, el Ministerio de Educación debió haber definido los planes que pretende ejecutar este año y las necesidades que deben ser cubiertas.

Esferas oficialistas vienen planteando desde que se inició la discusión por mayores recursos para Educación que lo más importante es definir en qué se gastarán esos fondos.

Los que plantean eso tienen razón, pues no se trata de destinar recursos para tirarlos por la cuneta o  dilapidarlos en cosas innecesarias, como ocurrió en el pasado con uno textos que resultaron inservibles.

Ahora bien, corresponde a las mismas autoridades velar por el gasto eficiente de los recursos.

Pero el tema nodal de la discusión es que con menos del 4% del PIB como presupuesto para la función educativa no se pueden poner en marcha los planes adecuados y sostenerlos en el tiempo.

Son esas mismas autoridades las que   ya debieron haber socializado el monto que propondrán como presupuesto para   2013 y los programas que pretenden poner en marcha.

La sociedad observa con atención.