El poder en la democracia y la economia

El poder en la democracia y la economia

El poder en la democracia y la economia

Daris Javier Cuevas, columnista en el periódico El Día.

Es un axioma que el poder reposa en las funciones naturales establecidas al Estado, como son las de impulsar las leyes para regular las relaciones sociales y vigilar por su cumplimiento, a través del poder judicial. Corresponde al Estado, entonces, asumir el compromiso del orden, la seguridad interior y frente al exterior, en caso de injusticia, guerra o atentado procedente de otro Estado.

Es en tal contexto que en el marco de las funciones del Estado está la competencia exclusiva en política exterior con otros Estados. Incumbe al Estado la prerrogativa de recaudar impuestos para costear servicios, infraestructuras, prestaciones, dirigir la economía con leyes que regulan el mercado laboral y la actividad empresarial, gestionar los servicios públicos como la educación, la salud, las infraestructuras viales, el control de los puertos, aeropuertos y el sistema energético.

A la Luz de los elementos constitutivos del poder, en el siglo V, antes de Cristo, en Atenas se acuñó el término democracia que se interpreta como el poder del pueblo, esto es, que el soberano ejerce su poder a través del gobierno. Por tal razón, este se convierte en el mecanismo mediante el cual se legítima la contribución en la toma de decisiones políticas.

Hay que resaltar que la existencia de elecciones, pura y simple, no es indicador suficiente para afirmar que un gobierno o régimen es democrático ya que se hace mandatorio que se conjugan otras características. Dichas características han de responder a la concepción de que la democracia debe ser entendida como una doctrina política y una forma de organización social que implica respeto por los derechos humanos, libertad individual, para la asociación y contienda política, presencia de múltiples partidos políticos, distribución del poder en diferentes actores sociales, alternancia en el poder y limitación del poder de los gobernantes.

Es en tal contexto que la democracia, como sistema político moderno, se ha construido como una forma de convivir en sociedad, la cual solo es practicable si se cimenta en un conjunto de valores, como la libertad, la igualdad, la justicia, el respeto, la tolerancia, el pluralismo y la participación de todos. Pero resulta que estos valores son primordiales para su funcionamiento y que son fruto de la evolución de nuestras sociedades.

Bajo cualquier tipo de modelo de dirección de la sociedad, existe un ente fundamental que es el Estado, que es la organización humana que abarca la totalidad de la población de un país, estructurada social, política y económicamente mediante un conjunto de instituciones independientes y soberanas que regulan la vida en sociedad. En la realidad, esto significa que un Estado equivale al conjunto de atribuciones y órganos públicos que componen el gobierno soberano de una nación y, en ocasiones, el término es usado también para referirse a la nación como un todo, el cual ha de ser reconocido como tal, aunque deberá contar con ciertas condiciones, pero también con el reconocimiento internacional de sus pares.

Lo expuesto son razones poderosas que conducen a entender que el Estado interviene en la economía, básicamente, porque el mercado es incapaz, por sí solo, de sostener el óptimo funcionamiento económico, ni de resolver los problemas causados por el mismo mercado. Es en tales circunstancias que el Estado proporciona un marco legal y social dentro del cual los participantes en el mercado compran y venden bienes y servicios producidos con los recursos escasos de la economía, también, el gobierno lucha por mantener la competencia en los mercados de bienes y servicios al tratar de asegurar que ningún vendedor domine el mercado de una forma inequitativa, pero, a la vez, este puede decidir jugar un papel en la redistribución del ingreso y la riqueza, ya sea a través del sistema fiscal, o bien, a través de diferentes tipos de subsidios gubernamentales y subvenciones para grupos de Interés especial.

La intervención del Estado en la economía sugiere que este haya de ser agente de cambio social y transformación económica permanente. Para ello requiere de un aparato burocrático que funcione segregadamente con el objetivo primordial de apoyar a las inversiones privadas y a la creación de infraestructura asumiendo los riesgos y promoviendo nuevas áreas de inversión con impacto directo en la economía y el bienestar de la sociedad.

Es el Estado que estimula la participación de los diversos grupos sociales en el desarrollo, mediante la elaboración de la política económica en la cual se relacionen aspectos políticos y económicos, ya que dicha política se enfrenta permanentemente a la necesidad de regular un sistema para atender la inestabilidad económica, social y política. Esto así ya que la política económica es fruto de conflictos entre grupos y clases que tienden a consolidar, crear o disolver equilibrios político-sociales en el campo económico.



Daris Javier Cuevas

Economista-Abogado Máster y Doctorado en economía Catedrático de la UASD