El expresidente del Gobierno español, Felipe González, en su libro “En busca de respuestas”, describe la sociedad del siglo XXI, como “in mediática”.
Su concepción se basa alrededor de la asociación existente entre el ciudadano y las tecnologías de la información y la comunicación. Hoy todo comunica, para bien o para mal.
La inmediatez de los hechos, así como la ilimitada cantidad de información que disponemos reestructura nuestro marco de actuación, respecto de la manera de proceder ante un acontecimiento cualquiera.
La información servida es compartida sin la verificación ni el rigor de otros tiempos. La imprecisión sobre la veracidad de un hecho se convierte en una práctica recurrente y adquiere la categoría de evento normal u ordinario. La disrupción tecnológica brinda un espectro más amplio a los ciudadanos de esta generación, pero, a su vez, les impone nuevos desafíos.
En una sociedad más y mejor comunicada, los puntos de interés ciudadano han ido cambiando. Los temas sobre economía, seguridad, medioambiente, corrupción, e institucionalidad ocupan los primeros planos en la agenda pública.
En medio de nuevas realidades, nuevos objetivos, de una nueva etapa como nación, llegamos a la compleja, particular e impostergable época electoral en la República Dominicana.
La ley en tiempos de campaña
La Ley 33-18 sobre Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, persigue como objetivo fundamental proveer de legalidad y de un apropiado marco jurídico el accionar de los distintos actores del proceso electoral y se constituye en un paso de avance en lo concerniente a la priorización de modelos institucionales.
Aunque cuestionada por los partidos de oposición, dicha ley establece plazos para las inscripciones de precandidaturas, etapas y controles sobre el proselitismo político, límites en el tope del gasto de campaña por niveles de elección, lo que coloca a los partidos contrarreloj.
Además, las regulaciones sobre fechas, entre otros aspectos necesarios para el buen funcionamiento de las distintas etapas que conforman el período electoral. Sumada a esta legislación, se encuentra la Ley Orgánica 20-23, modificada el pasado 21 de febrero, derogando la Ley 15-19, sobre Régimen Electoral.
Precampaña
Desde el pasado 2 de julio, todas las organizaciones del sistema dieron formal inicio al proceso de precampaña. Miles de precandidatos se han inscrito en todo el territorio nacional, buscando espacios en el Congreso Nacional y en las alcaldías. La combinación del poder de las redes sociales con las acciones tradicionales de campaña: bandereos, mano a mano, caravanas, actos públicos, etc, ha servido de preámbulo a un adelantado ejercicio, donde los partidos buscan afanosamente concitar respaldo popular.
Siendo la nuestra una sociedad más analítica, con mayor facilidad y capacidad para fijar posiciones sobre cualquier tema en particular, los dominicanos evolucionamos en favor de nuestros intereses.
En la política, nos identificamos con líderes, o con quienes pretenden dirigir diferentes estamentos de poder, a través de valores, propuestas y planteamientos que conecten con las características personales que más priorizamos y que, consecuentemente, más nos interesan.
Los más recientes estudios sociales confirman que entre los rasgos y valores humanos más destacables por la inmensa mayoría de ciudadanos, se encuentran: la honestidad, la solidaridad, capacidad de trabajo, inteligencia, empatía, entre otros.
El inicio del nuevo y actual ciclo en la vida democrática del pueblo dominicano se produjo con la llegada de Luis Abinader al poder, en agosto de 2020. Una nueva visión de Estado marcada por la eficiencia en la gestión pública, la estimulación de una política más estructurada y efectiva, con orientación a la transparencia y los valores de integridad.
El pasado domingo el presidente Luis Abinader oficializó, ante el pueblo dominicano, su decisión de participar en las primarias cerradas del Partido Revolucionario Moderno, para optar por la candidatura presidencial en las elecciones generales del próximo año.
El video, que rápidamente se distribuyó por aplicaciones de mensajería como WhatsApp, fue colgado en redes sociales, volviéndose viral en breve tiempo.
El contenido del mensaje, condensado en poco más de dos minutos, apeló al recuerdo reciente de los desafíos vividos como sociedad al inicio de la actual gestión de gobierno, desde la pandemia de la covid-19, hasta los efectos directos y colaterales de la crisis geopolítica Rusia-Ucrania, de dimensiones globales.
Luis Abinader ha interpretado, con impecable precisión, los cambios que como país estamos experimentando. El liderazgo político que él representa se fundamenta en cercanía, en solidaridad, en una profunda concepción de trabajo en equipo y, esencialmente, en transparencia y en la presentación recurrente de resultados.
Como bien reflexionaba el exprimer ministro de Singapur, Lee Kuan Yew, sobre el asombroso desarrollo del pequeño país asiático: “Nunca fui prisionero de una teoría. Me guiaron la razón y la realidad”.
La realidad y la razón han llevado al presidente a imprimirle un carácter oficial a una nueva etapa política en la República Dominicana.
Etapa de consolidación del proceso de cambio que se inició hace exactamente tres años.
Ya nuestra sociedad no es la misma, la comunicación y sus tecnologías nos empoderan, nos ofrecen más libertades; de ahí el impacto del testimonio del presidente Abinader promoviendo “el poder de la honestidad”.
*Por Roberto Ángel Salcedo