
Santo Domingo.-La Madre Naturaleza, hábitat de toda la diversidad, no está al margen de las agresiones a sabiendas de que “Dios puso al hombre en el Jardín del Edén para que lo cuidase y labrase”, del libro de Génesis 2:15.
Sin embargo, la humanidad está destruyendo esa “casa grande” que la acoge desde sus orígenes, mermando recursos vitales que garantizan la vida, entre los que figuran suelos, aguas, bosques y fauna.
Esos impactos negativos, como el corte y quema indiscriminada de árboles o el desplazamiento de estos para crear cultivos agrícolas con prácticas insostenibles, se revierten en su contra, por no dar un uso racional a esos recursos, según Eduardo Cipión Familia, ingeniero agroforestal.
Para Cipión, coordinador técnico del Componente de Reforestación y Conservación de los Proyectos Agroforestales del Ministerio de Medio Ambiente, el peor de los efectos es que la pérdida de vegetación y ecosistemas impiden producir frutos, regular el aire, almacenar agua y otros beneficios que sustentan la vida.
