- Publicidad -

- Publicidad -

El periodista no es la noticia: una reflexión sobre el protagonismo en los medios

Joan Vargas Por Joan Vargas

Desde siempre, el principio fundamental del periodismo ha sido claro: el periodista no debe ser el centro de la noticia, sino un mediador entre los hechos y el público. Su rol, esencial pero discreto, ha sido el de facilitador de información, no el de protagonista. Sin embargo, en los últimos años, especialmente con la irrupción de las redes sociales, este principio parece haber entrado en crisis.

Hoy, más que nunca, vemos cómo muchos comunicadores, algunos con amplia trayectoria, otros emergentes que buscan visibilidad personal por encima del contenido que difunden. Lo que antes era un ejercicio de observación objetiva y narración responsable, ahora muchas veces se transforma en un espectáculo donde el periodista ocupa el centro del escenario.

Un ejemplo de esto se vivió durante la tragedia del Jet Set, donde muchos no desaprovecharon la oportunidad para sacar provecho y exhibirse. Mientras, otros que ni siquiera estuvieron en el lugar de los hechos ofrecieron declaraciones sobre el caso incluso ante medios internacionales.

Todo eso sin mencionar la maratón de opinadores que inundan las redes sociales emitiendo juicios de valor y llevando desinformación.

El periodista, en su esencia más pura, es un testigo de su tiempo. Observa, investiga, contrasta fuentes y entrega al público una versión lo más objetiva posible de los hechos. Es un puente entre la realidad y la ciudadanía, y su trabajo debe estar guiado por la ética, la imparcialidad y la responsabilidad social.

Este enfoque tradicional no significa que el periodista carezca de voz o que deba esconderse tras un muro de neutralidad absoluta, pero sí implica que su protagonismo debe estar subordinado al interés público y al rigor profesional.

La transformación digital y la irrupción de las redes sociales han cambiado radicalmente el ecosistema mediático. Hoy, muchos periodistas manejan cuentas personales con miles de seguidores, lo que les ha dado un nuevo tipo de poder: el de la marca personal.

Si bien esta visibilidad puede ser una herramienta poderosa para difundir información de valor, también ha abierto la puerta al narcisismo informativo, donde el periodista se convierte en el tema, no en el canal. Vemos publicaciones que priorizan el “yo estuve ahí”, “yo lo dije primero” o “yo soy la fuente”, desplazando el foco de la noticia hacia la figura del comunicador.

Este giro hacia el protagonismo individual plantea serias preguntas sobre la ética periodística. ¿Se informa para servir al público o para ganar likes, seguidores y notoriedad? ¿Dónde queda la credibilidad cuando el contenido se convierte en un vehículo para la autopromoción?

La frontera entre informar y entretener se vuelve cada vez más difusa. El riesgo es que la información se transforme en espectáculo y que la verdad pierda terreno ante el sensacionalismo y la vanidad profesional.

En tiempos de hiperconectividad y sobreexposición, el verdadero desafío para el periodismo es volver a centrar la atención en los hechos, no en los emisores. Esto no significa renunciar a las nuevas plataformas o a las oportunidades que ofrecen, sino usarlas con responsabilidad.

El periodismo necesita profesionales comprometidos con la verdad, que entiendan que su voz importa más cuando se usa para amplificar otras voces, para iluminar los rincones oscuros, para contar lo que otros prefieren callar.

Ser periodista es un acto de servicio, no una estrategia de marketing.

Etiquetas

Joan Vargas

Joan Kennedy Vargas, periodista dominicano. Cubre la fuente de la Presidencia de la República, Policía, Fuerzas Armadas y DNCD.

Artículos Relacionados

Indecencia
Indecencia
Pan y circo
Pan y circo