Desde los Estados Unidos hasta Europa una nueva fuerza política ha ganado un gran espacio político. Esto es algo diferente, más enojado y disruptivo, se le llama la “nueva derecha radical” En el corazón de este movimiento se encuentra una profunda insatisfacción con el “status quo”.
Figuras como Donald Trump en los Estados Unidos, Marine Le Pen en Francia, Giorgia Meloni en Italia, Santiago Abascal en España, Viktor Orban en Hungría, entre otros, han aprovechado esta fuente de resentimientos.
Esta mezcla de populismo económico y conservadurismo cultural ha demostrado ser una formula ganadora. Para comprender el pensamiento económico de la nueva derecha radical debemos de evocar a uno de los pensadores más influyente del siglo XX, Friedrich Von Hayek.
Hayek, un economista de la escuela austriaca, fue un feroz crítico del socialismo y un acérrimo defensor de los mercados libres. Su obra fundamental “camino de servidumbre” argumentó que la intervención del gobierno en la economía conduce inevitablemente a la tiranía.
Las ideas de Hayek encontraron terreno fértil en la década de 1980, inspirando a lideres como Ronald Reagan y Margaret Thacher a adoptar políticas de libre mercado, desregulación, privatización y recortes de impuestos. Estas políticas, a menudo denominada “neoliberalismo” tuvieron un profundo impacto en la economía global, iniciando una era de globalización y financiarizacion.
La nueva derecha, sin embargo, tiene una relación mas complicada con Hayek. Sin bien comparte su gran desconfianza en el “gran gobierno” y su creencia en el “poder mercado” se apartan de su ortodoxia en aspectos cruciales.
A diferencias de sus predecesores neoliberales, la nueva derecha no teme utilizar el poder del Estado para proteger a las industrias y los trabajadores nacionales de la competencia extranjera, en particular de China.
Esta adopción del proteccionismo es quizás el alejamiento mas llamativo del pensamiento tradicional del libre mercado.
Refleja un profundo escepticismo hacia la globalización, que se considera una fuerza que beneficia a las elites a expensa de la gente común, y fortalece la creencia en el Estado-Nación y la soberanía nacional.