Dicen que hay que vivir el presente. Disfrutar el momento porque es lo único que realmente podemos controlar. El pasado, ya pasó. El futuro aún no llega.
Y estoy de acuerdo. Pero hoy quisiera hablar de ese pasado que tanto te recomiendan que no lleves contigo.
Todo lo que nos pasa, nos define, nos nutre, hace que seamos las personas que viven este presente. El hecho de que lo llevemos con nosotros no debe ser algo negativo.
Entra en esa definición cuando dejamos que sea un lastre pesado, cuando llevamos aquello que nos hizo daño y permitimos que sea lo que nos marque la ruta.
En ese caso hay que soltar, pero quedarse con el aprendizaje. Tantas veces que uno escucha esto y qué difícil llevarlo a la práctica.
Tendemos a volver y lo hacemos reviviendo la experiencia
Deberíamos saber regresar sin que nos afectara lo vivido, solo verlo como algo que nos hizo más fuertes, más resilientes. Anclarse es no vivir.
Es cierto. Pero también creo que cada persona debe llevar su propio ritmo, insistir a alguien para que supere algo es hacer que no desaparezca.
No hay un manual o un calendario que te diga cuándo algo malo deja de afectarte y esa chaqueta de psicólogo que nos ponemos todos es muy fácil cuando se trata de los demás, no tanto cuando nos lo dicen a nosotros.
Creo que cada persona debe encontrar la paz a su manera siempre y cuando quiera hacerlo.
El pasado no va a dejar de existir porque así lo queramos, ahora de la forma en la que lo vivamos y nos afecte hoy, sí está en nuestras manos. Pero, repito, cada persona tiene que encontrar ese camino, lo que funciona para uno, no funciona para todos. Así que encuentra tu camino y vive tu presente.