El papel del caballo en la conquista de América

El papel del caballo en la conquista de América

El papel del caballo en la conquista de América

Aspecto de los caballeros con armadura a caballo, seguidos por los indígenas.

Los primeros caballos y yeguas que pisaron suelo americano, llegaron en 1493. Estos vinieron acompañados de otros animales desconocidos en América, como fueron las gallinas, las cabras, los cerdos y las ovejas.

Bernal Díaz del Castillo, describe los once caballos y cinco yeguas, detallando hasta el pienso que, se les daba, en la travesía de Cortés a México.

La presencia de aquel animal, enjaezado y listo para la batalla, causó pánico entre la población indígena, donde quiera que los españoles pisaron tierra.

El caballo desde tiempos ancestrales, fue la principal máquina de guerra delos ejércitos. Hasta del uso de la pólvora por los ejércitos, las cargas de caballería, daban cuenta del enemigo.

Réplica de un caballo
En el Alcázar de Colón, en Santo Domingo, existe una réplica de un caballo, hecho de papier mache, material muy utilizado en siglos pasados para recrear figuras.

El cual consiste en papel humedecido y mezclado con cola, de esta forma se puede formar la figura que se desee.

El caballo del Alcázar es de las piezas más evocadoras y románticas. Se encuentra enjaezado para la batalla. En la época medieval, en la Europa cristiana, no hay que olvidar que media Europa pertenecía al imperio Otomano.

El muchacho de noble cuna, por lo general, se hacía caballero. Esto implicaba todo un proceso de aprendizaje que comenzaba en la infancia.

A los siete años, el futuro caballero, era enviado al castillo de algún amigo o aliado de su padre. Allí comenzaba su aprendizaje como pajecillo, practicando así las virtudes de la humildad y el respeto.

Con las damas de la casa aprendía a rezar fervientemente, a tener modales graciosos y más adelante, en cuanto se hacía un adolescente, el arte de cortejar las damas.

En cuanto cumplía doce años, empezaba la práctica de la equitación. El saber manejar con destreza un caballo, sería en su vida, tan importante como el manejo de la espada y la lanza.

Además de montar caballo, aprendía a cuidar de su cabalgadura, a la que atendería y protegería más que a la esposa e hijos.

El caballo significaría para el caballero, su modo de vida, además de su medio de trasporte y su aliado en la batalla.

Espada y la lanza
A la vez que montar, debía dominar el duro arte del manejo de la espada y la lanza, al tiempo que se hacía diestro en la defensa por medio del escudo.

A los catorce años, el muchacho debía ejercitarse constantemente, caminando largos trechos, con el fin de que sus piernas se fortalecieran.

Los ejercicios para el aprendiz de caballero, eran rudos y constantes. En ese aspecto, no había ninguna concesión.

Su cuerpo debía fortalecerse al máximo para soportar los rigores de la vida, a la que estaba destinado. A esa edad pasaba a ser el escudero del señor, teniendo a su cargo, los caballos y las armas del amo del castillo.

Un fiel aliado
Para el adolecente comenzaba una vida llena de aventuras, en constante contacto con su caballo, el que sería en lo adelante, su más fiel aliado.

Como escudero del señor, lo acompañaba en sus viajes, visitas a otros señores y a la corte.

Estaba a su lado en las batallas, colocándose detrás de el en los combates, atento a proporcionarle lo necesario, ya fuese un nuevo caballo o un arma.

El adolecente, vestía ya la armadura y soportaba el enorme peso de aquella infernal vestidura y con ella, se mostraba diestro al manejar el caballo y las armas.

A los veinte años, lo armaban caballero. Para ello debía primero ayunar, después confesar y comulgar, con el padre Capellán del castillo.

Esa noche de vísperas, la pasaba velando sus armas, en la capilla.

Al día siguiente, entraba en la iglesia con la espada colgada del cuello, el capellán bendecía la misma y el aspirante a caballero, se arrodillaba delante del señor, encargado de investirlo.

Ante el juraba cumplir los deberes que caballería imponía. Acto seguido sus padrinos de investidura le calzaban las espuelas, le ponían la coraza y demás prendas de la armadura y le ceñían la espada.

Una vez hecho esto, el señor le daba un abrazo que consistía en tres golpes con la espada: “Espaldarazo” o en el rostro: “Bofetada”. Mientras decía: “En el nombre de Dios, de San Miguel y Santiago, te hago caballero”. “Se valiente, atrevido y leal”.

Conquistadores en sus monturas seguidos de los indígenas cargando bultos.

La ceremonia terminaba con un opíparo festín. Trasladados a América, los caballeros se las vieron negras con aquella incomoda armadura, en lugares calurosos, si embargo, su sola presencia bastaba para ahuyentar al más fiero aborigen, el que consideraba aquella figura como salida de los infiernos.

De esta forma, recorrieron el suelo americano, descubriendo y sometiendo a los aborígenes, al tiempo que fundaban poblaciones y repartían tierras para empezar la labranza.

Fuente de riqueza
El ganado llegó más tarde y constituyó una fuente de riqueza, debido a las fértiles tierras en donde los colonos se habían aposentado.

También llegaron los toros y aquello constituyó como lo era en Andalucía, un entretenimiento de primera categoría.

Lo que es hoy en día la plaza Duarte, frente al convento Dominico, fue el lugar escogido para el toreo, donde el valiente matador se enfrentaba con un monstruo de cuernos puntiagudos, al que debía dar una serie de lances para atontarlo y luego proceder a clavarle la estocada en la parte correcta para acabar con su vida.

Las corridas de toros eran tan populares que la iglesia construyó un balcón para que las autoridades eclesiásticas y civiles, pudieran observar, cómodamente, el heroico lance.

Ni que decir que los matadores eran los héroes preferidos, como en España, pero esta tradición es aún más antigua y

Caballeros, gentiles hombres, esclavos negros y bestidas de carga.

procede de la antigua Grecia.

Dedicado a la memoria de César Iván Feris Iglesias

Por los españoles

— Poblados levantados
Los poblados que los españoles levantaron en la isla y luego en el continente, fueron primero a base de las chozas levantadas por los indígenas. A la llegada de canteros, se construyeron casa de piedra y ladrillo.

*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS y CÉSAR LANGA FERREIRA