CIUDAD DEL VATICANO.– El papa Francisco comenzó el jueves un viaje a un antiguo bastión de la cristiandad en el corazón de Europa para intentar dar nuevas fuerzas a una congregación católica que ha ido menguando ante las tendencias seculares y los escándalos de abusos, que han vaciado en gran parte las magníficas catedrales e iglesias de pueblo.
Francisco aterrizó a media mañana en Luxemburgo, el segundo país más pequeño de la Unión Europea con una población de unas 650.000 personas y el más rico por persona. El cielo estaba nublado y el día era húmedo y ventoso, apenas unos días después de que el papa de 87 años cancelara sus audiencias por una ligera gripe.
Francisco saludó a los periodistas al inicio del vuelo del jueves pero no recorrió el pasillo para saludarles uno a uno. El vocero del Vaticano, Matteo Bruni, dijo que la decisión se debía a la logística del avión, que tenía un solo pasillo, y a la escasa duración del viaje y que no estaba relacionada con la salud del pontífice.
Más tarde Francisco parecía de buen humor en su reuniones por separado con el gran duque Enrique y con el primer ministro, Luc Frieden, en el palacio ducal.
Era probable que el papa hablase sobre inmigración, el cambio climático y la paz, durante el viaje de cuatro días, que el mismo jueves le llevaría a Bélgica para conmemorar el 600mo aniversario de la fundación de las dos principales universidades católicas belgas.
Les invitamos a leer: Papa expulsa 10 miembros del Sodalicio
Las cifras de la UE muestran que apenas la mitad de los habitantes de Luxemburgo, el 52,6%, son ciudadanos nacidos allí, mientras que el 37,2% proceden de otros países de la UE como Portugal y el 10,2% proceden de fuera de la UE.
Tras sus reuniones, Francisco tenía previsto hablar a los sacerdotes y monjas católicos del país. El acto se celebrará en la catedral gótica tardía de Notre Dame, construida a principios del siglo XVII por la orden Jesuita a la que pertenece Francisco y que encarna la larga y destacada posición del cristianismo en la historia europea.
El viaje es una versión muy reducida de la gira de 10 días que hizo san Juan Pablo II por Luxemburgo, Bélgica y Holanda en 1985, en la que el papa polaco ofreció 59 discursos y homilías y fue recibido por cientos de miles de feligreses entregados.
Pero también entonces, el líder de la Iglesia católica encontró indiferencia e incluso hostilidad a las doctrinas vaticanas sobre los anticonceptivos y la moral sexual, una oposición que sólo ha crecido en la siguiente generación. Esas tendencias laicas y la crisis por los abusos del clero han ayudado a impulsar el declive de la Iglesia en la región. La asistencia mensual a misa es inferior al 10% y las ordenaciones de nuevos sacerdotes se han desplomado.
Bruni dijo que es probable que Francisco quiera ofrecer “una palabra al corazón de Europa, sobre su historia, el papel que quiere jugar en el mundo del futuro”.