Un ministro en el ejercicio de sus funciones, miembro de la máxima estructura del partido de gobierno, guarda prisión junto al presidente del principal partido de oposición.

Esos dos casos son una señal contundente de que en el país se ha producido un cambio para bien.

Han sido activistas de esas transformaciones una gran cantidad de organizaciones de la sociedad civil que llevan años luchando porque nuestras instituciones se desarrollen en beneficio del fortalecimiento de la democracia.

Han sido actores de ese proceso las personalidades que han puesto al servicio de la nación su prestigio y talentos esperando solo como recompensa la construcción de un mejor país.

Han sido propiciadores de ese cambio las autoridades que han auspiciado el fortalecimiento de las instituciones y que han entendido que las mismas deben actuar conforme a las leyes, sin importar quién resulte afectado.

Son protagonistas de esa transformación los ciudadanos que deciden accionar en pro de las causas que nos deben convertir en un mejor país

Al abrirse las celdas para los ministros y la cúpula de los partidos políticos se pone un freno a todo el que tiene responsabilidad pública.

Por supuesto, esto no quiere decir que se abra una cacería de brujas contra la clase política o sus vinculados, pues la misma institucionalidad está para darle tranquilidad a todo el que desde una función pública actúa conforme a las leyes y las normas morales que rigen nuestra nación.

Hoy estamos en un país diferente al que vivíamos hace una semana.
El país cambió.