Palo Bonito, Yamasá.–Un pequeño chorro de agua cristalina discurre entre rocas y piedras por el incipiente cauce del río Ozama, casi de manera silenciosa en medio del canto de ruiseñores y otras aves que posan o sobrevuelan los árboles ribereños de esta parte de la provincia Monte Plata.

El lugar es parte de un sistema montañoso en el que sobresale la loma Siete Picos, una elevación próxima a las provincias Juan Sánchez Ramírez y Monseñor Nouel, en el que la gente espera milagros para afrontar la pobreza que golpea fuertemente. En la zona nacen también ríos como el Guanuma, Isabela, El Capá, Verde, Máyiga y otros que abastecen de agua no sólo a la provincia Monte Plata, sino a otras demarcaciones.

Llama la atención que en la parte baja de las riberas del naciente Ozama, uno de los cinco más importantes del país, pueden observarse cráteres producto de la labor humana a fin de articular una actividad laboral poco común para la mayoría de la población: la minería rudimentaria.

Tras el oro

Juan Matos, un agricultor que abandonó su predio para dedicarse a la búsqueda de oro, sale del hoyo, evidentemente fatigado, y toma rápidamente unos sorbos de agua directamente del río sin el temor de contraer alguna enfermedad de origen hídrico.

Tiene 50 años de edad y no recuerda que haya visitado a un profesional de la medicina.

Ese adulto no es el único que sobrevive de la búsqueda del apreciado metal en el lugar, ya que más de medio centenar de personas lo han venido haciendo por años.

En este trabajo la suerte juega un rol de categoría histórica, en el lenguaje de Carlos Marx, el creador del Materialismo Histórico; pero unos cuantos, en ocasiones, consiguen a la semana porciones que las venden hasta por RD$7,000.

Vida simple, pero dura

Aunque la forma de vida de los habitantes se considera sencilla, resulta dura por los niveles de pobreza imperantes en toda la provincia de Monte Plata, una de las de menores ingresos económicos en toda la geografía de República Dominicana, de acuerdo al Mapa de la Pobreza.

Existen contrastes, porque a pesar de que representa una de las zonas con mayor pluviometría, el hecho de que sea montañosa no permite aprovechar las lluvias y los acuíferos para irrigar predios agrícolas, por lo que en el caso del arroz tienen que recurrir a variedades del tipo “secanas.

Muchos campesinos recurren al mecanismo denominado “tumba y quema” para sembrar auyama, arroz, yuca, gandules y habichuelas.

Esta práctica contribuye a la deforestación acelerada, convirtiéndose en un círculo vicioso con el tiempo.

Los dirigentes comunitarios Luis de la Cruz y German Herrera defienden esa forma de proceder de los campesinos, argumentando que “de algo tienen que vivir, porque no se pueden dejar morir de hambre”.

Otras formas de producción son el cultivo de cacao y el fomento de la ganadería. Esta última también afecta la cobertura boscosa de la provincia.

El Gobierno, a través del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales y otras dependencias del Estado, apuestan a crear conciencia sobre el desarrollo sostenido, impulsando, junto a las comunidades, iniciativas que tiendan a preservar los recursos que ha legado la naturaleza.

Conflicto a la vista

Ante la posibilidad de que en la loma Siete Picos exista oro en cantidades explotables, se adelantan posiciones en favor y en contra respecto a pretensiones de extracción del mineral en los próximos años.

La situación podría ser similar a lo que viene sucediendo con loma Miranda, en Monseñor Nouel, donde la firma Falcondo no ha podido ejecutar los derechos de explotación debido a las protestas sociales.

De hecho, en el caso de Monte Plata, desde principios de la actual década, algunas autoridades municipales y campesinos de la zona se han movilizado y dicen que temen ser desplazados del lugar, donde quieren seguir viviendo, aunque sea en la pobreza.

En los registros de la Dirección General de Minería, la loma Siete Picos está concesionada a la empresa Ingeniería y Exploraciones.