Por antonomasia y cultura, el municipio de Boca Chica podría decirse que es la gran playa de los dominicanos. En especial los habitantes del Gran Santo Domingo es donde disfrutan de esta belleza natural de manera permanente.
No es un secreto para nadie, que el uso desproporcionado y abusivo de este recurso natural podría llevar, en pocos años, al colapso de este paraíso terrenal.
La población ha crecido de manera desmedida y con ello los problemas de igual manera. La expansión vertiginosa de males sociales, como la delincuencia organizada, raterismo, microtráfico de sustancias prohibidas, prostitución, contaminación sonora, ambiental, asentamientos improvisados en espacios públicos, aguas negras, carencia de servicios de salud, marginalidad y pobreza extrema, se atestan en apenas 145 kilómetros cuadrados.
Y como si todo esto fuera poco, debemos sumar años de desidia de parte de las autoridades, tanto nacionales como locales, en enfrentar los males descritos de manera mucho más decidida.
Este hermoso lugar que fue en antaño, contrasta con lo que realmente es hoy día. El potencial de este territorio es prácticamente inimaginable. El mayor puerto marítimo de la región franquea desde lejos sus aguas, el Aeropuerto Internacional Las Américas José Fco. Peña Gómez, hace lo propio, pero desde el aire.
Marinas llenas de yates costosos, el puerto de gas natural más importante del Caribe, restaurantes con ofertas gastronómicas de clase mundial parecerían estar encapsulados y alejados de la realidad que allí se vive.
Vemos a las autoridades nacionales afanadas en otras regiones del país por captar inversionistas en el desarrollo de hoteles y megaproyectos de viviendas; obviamente para esto, y a través del presupuesto nacional se deben también garantizar rutas de accesos y facilidades en infraestructuras especialmente sanitarias.
La cuestión sería ¿Boca Chica para cuándo? A una distancia de 30 kilómetros de la Ciudad Primada de América y de todas las facilidades que esto garantiza, somos de la creencia que las condiciones están dadas para que los músculos del gobierno nacional hagan su entrada triunfal.
Es de conocimiento nuestro que las autoridades locales de Boca Chica se han enfrascado en organizar ese municipio hasta llegar a tener un Plan de Ordenamiento del Territorio y obviamente, elaborar a posteriori, un moderno y actualizado Plan Maestro de Desarrollo Local.
Han empezado por la vía correcta, a través de una consultoría facilitada por ONU-Habitat que persigue obtener los indicadores que les permita poseer una hoja de ruta de cómo alcanzar esta ambiciosa meta, y que tiene en su haber extraordinarios profesionales en diferentes disciplinas vinculadas al desarrollo local.
Esta titánica misión, llevada a cabo en su primera etapa, la integración a los trabajos de todas las fuerzas vivas de la sociedad de bocachiqueña.
Las iglesias, los comerciantes formales e informales, los desarrolladores inmobiliarios, las juntas de vecinos, educadores, sociólogos, extranjeros residentes y el clúster turístico de allí debaten su futuro a corto y mediano plazo.
Hay que destacar que en el ayuntamiento existe la férrea voluntad de emprender esta ardua tarea y le pedimos que no desmayen en el tiempo, que habrá momentos críticos y culminantes, en donde la razón, el desinterés y la visión estratégica de dejar una impronta que trascienda las generaciones deben primar.
¡Adelante Boca Chica, enhorabuena!
*Por Victor Feliz Solano