La declaratoria del nacimiento del habitante 8 mil millones del mundo recayó sobre un niño dominicano. Se trata de una acción cargada de simbolismos más que de realismos.
El nacimiento del niño Damián se produjo en la maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, hijo de una pareja humilde que, aunque conforman un hogar, no tienen la formalidad del matrimonio. Nació asistido por especialistas y en buenas condiciones de salud.
Damián es un símbolo de la esperanza.
Igualmente, ese simbólico nacimiento se produce cuando República Dominicana está inmersa en un censo que se abre espacio entre el boicot y la ineficiencia.
El habitante 8,000 millones también nace en una sociedad relativamente joven, pero que está envejeciendo.
Son tantas las simbologías que podemos destacar, que preferimos concentrarnos en exhortar a los dominicanos que veamos en Damián una apuesta a un futuro vigoroso, saludable, digno y entusiasta.
La población mundial crece de manera acelerada, en esa misma medida debe aumentar nuestra capacidad de producir alimentos, proteger los recursos naturales y generar desarrollo integral.
Bienvenido Damián a un mundo lleno de retos y a un país cargado de grandes desafíos, necesitado de esperanza.